miércoles, 13 de abril de 2011

ESCRIBE LA CARTA Y LUEGO, MÁNDALA






No es interesante pedir si uno no está seguro de lo que quiere, ni de cómo lo quiere. Así, multitud de veces aparecen frustraciones por falta de una reflexión previa. Resulta que compré un objeto sin pensarlo y cuando llegué a casa me di cuenta de que no me gustaba; resulta que fui a la tienda a comprar unos pantalones y como había muchos para escoger, me lleve el que menos me gustaba y luego pensé que podía haber cogido aquel que me hacía el culo estupendo, pero ya es tarde. Son cuestiones de precipitación cuando no de capricho o de pensar demasiado las cosas, índice de la poca claridad de ideas que tenemos.

Decía mi chamán que cuando entras a comprar en una tienda, habitualmente vas con una idea de lo que quieres y, la mayoría de las veces lo ves claro a primer golpe de vista, pero como hay más cosas entre las que escoger, te haces un lío mental y acabas llevando el que no te gusta. La solución es quedarte con la prenda del primer impulso y, muy importante, después no arrepentirte. Esto es una mínima parte de las cosas de la vida que nos obligan a reflexionar sobre alguna decisión. Las hay mucho más importantes: Plantearte la ruptura con determinada pareja, despedirte de un trabajo, cambiar de ciudad, cambiar de móvil, de casa, de automóvil. Frecuentemente se nos dan estos casos y muchas veces no reflexionamos convenientemente antes de efectuar la compra o de tomar la decisión que puede cambiar el resto de nuestra vida.

La meditación con el objeto de la elección da buenos resultados, siempre. Lo que no es oportuno es actuar en cosas importantes por impulsos. Recomiendo coger unos cuantos folios y llenarlos de reflexiones respecto de los pros y contras que ves en la decisión. En principio hay muchas cosas en las que no habías pensado y que escribiendo te vienen a la mente, o llegas a la conclusión de que es rentable esperar a una mejor oportunidad, o empiezas a buscar y encuentras alternativas que en principio no habías soñado que pudieran existir. El caso es reflexionar antes de decidir. Y, una vez efectuada la elección, no arrepentirte.

Con respecto a las peticiones, no las hacemos muchas veces por miedo al rechazo o al concepto que puede desprenderse del hecho ¡Cómo voy a pedirle esto, se creerá que estoy chalado o que soy un sátiro! Pero si no cursas la petición y no la mandas, jamás vas a tener contestación. Si no pides lo que quieres, no esperes que nadie tenga la intuición de darte justo en el palillo del gusto; no te crees expectativas con respecto a los demás. El resto del mundo siempre tiende a defraudarnos y más si no decimos claramente lo que queremos.

1 comentario:

  1. Aprender a tomar decisiones: una asignatura mal enseñada y mal aprendida... Interesante reflexión.
    Saludos.

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