martes, 3 de mayo de 2011

EL MÁXIMO VICTIMARIO





Intento hacer un programa de televisión impregnado de mi especial filosofía, en el que se dé esperanza a tanta gente a la que no se la ofrece la medicina oficial. A lo mejor, si se hablara al enfermo de otra manera podría sobrellevar su crisis existencial. El encargado de vender la idea contacta con el canal 13 (propiedad del clero católico español) y me pregunta si tengo algo en contra de la Iglesia. Mi respuesta es categórica: No tengo nada en contra de la Iglesia, pero no sé qué tal les sentará la idea de un Dios bondadoso que no tiene nada que ver con nuestras enfermedades, ni desdichas, ni desgracias.

Esta es mi filosofía al respecto, fundamentada en mi experiencia de 40 años de ejercicio de la medicina y con miles de pacientes a quienes he oído, escuchado –cosas muy distintas–, aconsejado, operado e intentado ayudar:

Dios es un tipo asertivo que está absolutamente de acuerdo con nuestras propuestas de vida y de muerte. Él quiere que aprendamos en este plano físico, y para ello no puede interferir en nuestras propuestas, porque, en ese caso, sería Su experiencia y no la nuestra. Y nos dota de ‘libre albedrio’ para que hagamos nuestra voluntad; incluso la de acabar con nuestra vida violentamente. En el ejercicio de este libre albedrio hacemos, deshacemos, mangas y capirotes. E, inocentemente, cuando algo sale mal, le echamos la culpa a Él y le hacemos el máximo victimario del planeta Tierra. Nos oye, nos mira y nos acompaña consolándonos de los hechos que nosotros nos hemos programado previamente para aprender, elevar nuestra conciencia y cumplir con nuestro destino.

Mi Padre; el Ser Infinito que me crió, no puede ser el responsable de mi dolor. Sólo yo tengo esa responsabilidad porque así lo decidí para tener la experiencia. Yo, mientras tanto, rezo y trabajo.

¿Te parece que estas ideas pueden parecer bien al clero, para el que Dios es un ser justiciero, responsable de todos los desastres públicos y privados de la humanidad? Dios es amor, y esta frase está expresada hasta la saciedad en relatos, escritos, discursos y homilías. Pero eso no tiene nada que ver con el dolor de la humanidad del que es a Él al que hacen responsable de desastres, muertes y catástrofes. “Es la voluntad de Dios” es la respuesta a las preguntas. Pero si esta es la voluntad de Dios, Dios quiere el dolor de la humanidad. Y eso es diametralmente opuesto a su infinita bondad y misericordia. E incluso sufre cuando nos hemos propuesto sufrir para aprender. Pero yo no puedo tener la experiencia por mi hijo, debe ser él el que la sufra o el que la goce. Cada cual tiene que tener la suya. Y creo firmemente que Dios no necesita experiencias: Las tiene todas. ¿Te parece que algún sacerdote católico se puede sentir ofendido por no hacer responsable a Dios de las enfermedades del mundo? Yo creo que sí. Pero está cambiando tanto la vida, que a lo mejor empiezan a ser más amables con el Dios de todos; el tuyo y el mío. A lo mejor cambian el discurso y se acercan más a la mejor creación de Dios que es la mente humana, capaz de lo mejor y lo peor; hacedora de milagros, de enfermedades y de catástrofes.

Yo, siempre seguiré con el mismo discurso: Él me ha dotado de libre albedrio, y eso supone que yo puedo hacer en este plano lo que me dé la gana. Luego recogeré las consecuencias. Pero Él no puede interferir en esa libertad que me ha otorgado y con la que puedo matar, amar, aprender, holgar y odiar. Si no, no sería libertad. En resumen, Él; mi Dios, no manda enfermedades, ni desgracias. Todo lo hemos programado escrupulosamente, y con Su consentimiento, antes de llegar a este plano. Todo lo demás carece de importancia.

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