miércoles, 8 de junio de 2011

NECESARIAS ACLARACIONES






Quizá más veces de las necesarias doy por sabidas cosas que, a lo mejor, son fundamentales para la comprensión del texto. Ayer pasé por encima la historia del paciente que tienen la manía de subirse al trampolín de las piscinas y mearse desde allí viendo cómo cae el chorrito hasta el agua. Tantos son los problemas que le ocasiona y tantas las preocupaciones que decide ir al psiquiatra. Al cabo de los meses se encuentra a un amigo que le pregunta: «¿Qué tal te fue tu visita al loquero?» «Pues me sigo meando desde el trampolín de las piscinas, pero ya no me importa» –contesta el paciente cargado de razón y de tranquilidad.

Profundizar en el asunto de ayer es inútil sin receptores del mensaje, porque ¿A quién puede interesar el texto sino al que va dirigido? Habitualmente el público en general no quiere ni oír hablar de la posibilidad remota de padecer una enfermedad grave. Y más vale no abrir la caja de los truenos de una persona que está aparentemente bien.

Durante mis cursos de “Regresiones” con Joaquín Grau, necesariamente había que hacer prácticas, y como no teníamos pacientes que se brindaran a ello, las hacíamos entre nosotros. Tocábamos aspectos escabrosos de la personalidad de cada cual y apretábamos los tornillos, busca que te busca, con objeto de tener bases para emplearlas con nuestros pacientes en un futuro. Todos y cada uno de nosotros llegamos a la conclusión de que la cosa es mucho más seria de lo que parece, y que forzar la apertura de la caja de los truenos de cada cual es craso error. A la persona que tiene problemas, no hay más remedio que entrar a fondo. Para aquel que no los tiene es peligroso forzar la situación.

Posteriormente, cuando practicaba regresiones con mis pacientes, nunca tuve ningún problema. Sin embargo siempre me negué a hacer una sesión a una persona sana, en plan folclórico, simplemente con la pretensión de saber si había sido Cleopatra en la vida anterior. Me bastó con la experiencia de la época de prácticas.

Sin embargo, de vez en cuando, incluso a gente sana de cuerpo, le es interesante saber los mecanismos íntimos de la enfermedad y qué se puede hacer para evitarla, o una vez contraída, sanarla.

Una reflexión: En el artículo “Multiverso” hablé de que únicamente se podría definir el Universo con fórmulas matemáticas. Esto quiere decir, inequívocamente, que todo el Multiverso se rige por leyes matemáticas y puede definirse con ecuaciones. Pero, curiosamente, los médicos tienen acuñada una frase, que incluso yo he empelado en mi época de empirismo, en la que nunca he podido demostrar mis conocimientos sino por la experiencia, que decía simplemente. «La medicina no son matemáticas». Esta frase cubría todos los fallos que encontrábamos en el curso de nuestro ejercicio profesional. Unos casos iban bien y otros mal. Unos casos se curaban y otros no. Y esto se veía justificado por la famosa frase, y todos nos quedábamos tan satisfechos, incluso los sabios por excelencia. Pero, si todo el Universo (Multiverso) se rige por leyes matemáticas ¿Por qué la medicina es la única disciplina que se aparta de la norma? La medicina, más que cualquiera otra disciplina, es matemática pura, en su nacimiento, en su desarrollo, en sus antecedentes y en sus consecuentes. Y de este extremo estoy actualmente absolutamente convencido. De manera que hay una correlación exacta y concreta entre las enfermedades, el lugar orgánico que afectan, su reflejo en un sitio determinado del cerebro, y el conflicto emocional que ha desencadenado todo el proceso morboso. Y esta ecuación, así de simple, así de sencilla, constituye toda la base de la medicina. Y mientras los poderes que se lucran del dolor humano no consientan la investigación franca de estos extremos, la humanidad seguirá sufriendo mucho más de lo que debiera.

Vosotros, mientras tanto, pensad seriamente en este concepto –naturalmente si queréis; sólo si queréis– El 98% de las enfermedades que padece el ser humano, tienen su origen en conflictos emocionales. Y dependiendo de la intensidad con estos se vivan, las enfermedades serán más o menos graves. Punto.

¿Quiere esto decir que desestimemos toda ayuda médica? Categóricamente, no. Entended que la medicina actual se sustenta en tres pilares: La cirugía, ante la que no tengo nada que objetar y en presencia de la cual me inclino genuflexo y me quito el sombrero. El diagnóstico por imagen, en el que toda la tecnología mundial se aúna para dar respuesta a las preguntas más intrincadas del organismo. Alabo la mente de los que han contribuido a su desarrollo, y la aplaudo. Y La medicina interna y la terapéutica. Ambas unidas íntimamente por mor de las investigaciones farmacológicas, y que, como desprecian absolutamente el inmenso poder de la mente en la génesis de las enfermedades, siguen tratando a mil pacientes de úlcera de gástrica con la misma pastilla, desestimando las puntuales circunstancias de cada individuo. La cirugía viene a enderezar los entuertos de la medicina interna.

Si se destinase una décima parte de lo que gasta la industria farmacéutica en I+D, a investigar estos extremos, que juegan un papel primordial en la formación de las enfermedades, posiblemente el gasto en farmacia disminuiría un 90%, la salud de la población aumentaría un 100% y los magnates de la Multinacional, tendrían que invertir en otro negocio.

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