miércoles, 18 de enero de 2012

PERMÍTETE SUFRIR POR UNOS MOMENTOS





Estos días grises invitan a la tristeza y a la melancolía; empujan a quedarse en casa al abrigo de una manta, cómodamente arrellanados en el sillón, con un libro en la mano y un bote de pringles en el regazo. No constituye una pérdida de tiempo el acto, ni mucho menos, hay veces que toca el recogimiento, la indolencia y dejarse mecer por un rato en brazos de la pereza. No todo van a ser carreras, idas y venidas, también, de vez en cuando, hay que bajar el ritmo hasta quedarnos a ralentí.

Empecé mi monólogo queriendo retorcer el discurso y, en un momento dado, descubrir una cosa que todo el mundo sabe, aunque no piensa, que el sol está allí, por encima de las nubes, de la niebla y del mal tiempo, y que tarde a temprano brillará de nuevo y nos regalará su calor, su luz y su energía. Pero no lo voy a hacer, hoy me pide el cuerpo quedarme en la melancolía, meditar, lamer mis heridas –siempre las hay–, y recapacitar sobre lo efímero de la vida, sobre lo pequeños que somos, y acerca de lo cicateras que quedan nuestras intrigas en comparación con la inmensidad del Universo en el que vivimos, nos movemos, pensamos, sufrimos y amamos.

Hace tiempo monté un blogg sobre un estudio comparativo de los inconmensurables tamaños de algunos astros con respecto a la tierra en la que habitamos. A mí se me puso la carne de gallina aquel día en que tuve delante de mis narices el tamaño de VV Cephey, reputado como el más grande astro conocido, con un diámetro de 2.644.800.000 Km., en comparación a los 12.756 Km. De la Tierra. Es decir, VV Cephey es 649.900 veces mayor que la tierra. He intentado comparar tamaños y es como una bacteria de Escherichia Coli, en comparación con la tierra.

Y en este contexto, y a pesar de todo, estoy convencido de que yo soy importante, de que estoy aquí para cumplir una misión poderosa, aunque a mí todavía se me escapan los motivos y el propósito. Y soy tan importante; eres tan importante, que te puedes permitir el lujo de escoger incluso sufrir un poco, puede que 649.900 veces menos que el sufrimiento máximo. Siéntate en tu sillón, abrígate con tu mejor y más suave de las mantas, pon ‘Melodía’ a medio volumen y sueña con la inmensidad del Universo que tiene Dios reservada para nosotros.

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