miércoles, 14 de marzo de 2012

Mouriño, Cristiano, Guardiola, Messi?




Tengo varios temas pendientes –en este caso admito ‘tema’ y no asunto– referentes a la actualidad. Uno de ellos me viene sugerido por el estéril debate sobre la preponderancia de Messi sobre Guardiola; Cristiano sobre Mouriño ¿Quién es más importante en sus respectivos clubs? Es indudable que se mueven en la polémica los egos de unos y otros, y el afán depredador de noticias de los medios de comunicación. Pero yo –que tengo muchos años– lo tengo muy claro.

Adoro la música clásica por encima de todas las demás. Me proporciona unas dosis de satisfacción y emoción, sólo comparables con algunas canciones de algunos de mis cantantes preferidos: Luis Miguel, Serrat, Rocio Durcal, Winnie Houston…Escucho orquestas interpretando piezas clásicas de mis compositores de cabecera: Tchakowski, Mozart, Schuman…frecuentemente, y procuro compartirlas con vosotros, los que asiduamente me leéis. Una orquesta clásica de élite; con caché, es un placer incomparable. Detrás de cada una de sus interpretaciones hay una dedicación, unos tiempos, unos desvelos que concluyen en una obra bien interpretada, impecable en su cadencia y estricta en cada una de las notas.

Una orquesta sinfónica es un paradigma del trabajo en equipo, del grupo humano, del deporte colectivo. No existe ningún ejemplo que explique fehacientemente lo que hay que hacer y con qué espíritu. La orquesta sinfónica u orquesta filarmónica es una agrupación o conjunto musical de gran tamaño que cuenta con varias familias de instrumentos, como el viento madera, viento metal, percusión y cuerda. Una orquesta sinfónica o filarmónica tiene generalmente más de ochenta músicos en su lista. Sólo en algunos casos llega a tener más de cien, pero el número de músicos empleados en una interpretación particular puede variar según la obra que va a ser tocada y el tamaño del lugar en donde ocurrirá la presentación.

Se comprenderá a raíz de lo expuesto, la coordinación que hay que conseguir para que ochenta profesores acreditados cada uno en su instrumento, aúnen sus voluntades, su trabajo y su dedicación en pro de una idea en común: que la pieza que van a interpretar suene perfecta bajo la batuta del director. Y también se puede hacer uno a la idea de los dotes de mando, cariño y tiempo de ensayos que el director tiene que desplegar para que cada uno de los profesores que integran la orquesta –expertos cada uno de ellos en sus instrumentos respectivos– se pliegue a sus requerimientos, a su estilo personal y, sobre todo a la letra de la partitura.

¿Quién es más importante en una orquesta sinfónica? ¿El director?, ¿El concertino?, ¿El piano?, ¿El oboe, que es el que da la nota de afinación para el resto de los instrumentos? Todos son importantes, desde el compositor hasta el representante de músicos, pasando por el director y cada uno de los profesores que integran el conjunto armónico. Nadie sobre y nadie falta. Cada cual tiene su parte, su tiempo y su partitura. Y ninguno desentona. No se oye en toda la pieza ni una nota más alta que la otra, ni una disonante, ni una destemplada. Todo perfecto.

En una orquesta sinfónica, en momentos puntuales se oye un solo de piano, de violín, de chelo, de flauta, que luego, se ve arropado con el resto de las cuerdas, los metales o la percusión en un acompañamiento que redondea la intención del compositor y la especial manera de ver la partitura por parte del director. Nadie sobra, nadie falta, todos interpretan su partitura sin dar pábulo a los egos, a las categorías, ni a la cifra que pagan por los contratos.

Un equipo de futbol es igual que una orquesta, en el que cada uno tiene una misión que cumplir dentro del terreno de juego, y dependiendo de la dedicación del entrenador, de la entrega de cada uno de los jugadores, haciendo caso omiso de sus características técnicas y de sus egos, consiguen el triunfo deportivo, que es su meta. ¿Quién es más importante? ¿El entrenador?, ¿El portero?, ¿El defensa central? Todos son importantes, aunque algunos entrenadores crean que con diez jugadores se juega mejor que con once. Cada uno tiene su responsabilidad y su partitura, y todos y cada uno aportan su trabajo, su dedicación y su mejor forma para el triunfo del equipo.

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