No es la primera vez que escribo sobre este personaje, Matthieu Ricard, monje budista de origen francés, que a los 26 años ingresó voluntariamente en un monasterio budista del Tíbet, donde permanece meditando desde hace 40 años. Está reputado como ‘el hombre más feliz del mundo’, y cuyo cerebro se investigó para analizar las ventajas de meditar (sic). Durante 12 años ha colaborado con científicos que han comprobado la transformación de la mente que medita y su reflejo en el comportamiento: amabilidad y falta de miedos e inseguridades.
Concreta su idea sobre la felicidad atribuyéndola a la meditación y al ejercicio del ‘altruismo compasivo’. «No hay límites físicos para desarrollar el amor» –afirma– «Y la meditación ayuda a cambiar nuestra actitud, nuestro carácter y nuestra capacidad para conseguir la felicidad y para dar amor».
A vueltas con la felicidad, os cito algunos comentarios de ‘expertos en felicidad’ (Y esto no quiere decir que sean felices, sino que saben lo que es y cómo conseguirla…)
«El derecho a la felicidad estará un día en la constitución. Es un sentimiento que se basa en la ausencia de miedo y por ello hay que aprender a gestionar las emociones desde niños. Lo que no se consigue entre los cuatro y los diez años, mejor olvidarlo» Eduardo Punset (divulgador).
Nota personal: He puesto constitución con minúscula deliberadamente. Una constitución en la que no aparece la palabra Dios por ningún sitio y enaltece el Estado de las Autonomías, que está pudriendo España, no se merece la mayúscula.
«La felicidad está en los genes debido a la selección natural que la favoreció. Pero hay que protegerla, y para ello son adecuadas las relaciones afectivas, tener el control de la vida y diversificar parcelas de bienestar». Luis Rojas Marcos (psiquiatra).
«Hace medio millón de años ya se han documentado muestras de solidaridad. Vivir en armonía con otras especies es importante para sentirse feliz». Juan Luis Arsuaga (paleontólogo).
«La felicidad no está en el PIB, sino que se relaciona con el optimismo, la curiosidad y también la igualdad social. Entre los dieciocho y los cincuenta disminuye y luego vuelve a subir». Carmelo Vázquez (psicólogo).
«Se ha demostrado que la alegría ralentiza el ritmo cardiaco, y que la ira y el resentimiento provocan hipertensión y aumento de la cifra de colesterol en sangre. Pero la alegría genera un péptido que se asocia a la serenidad, y, además, reduce la grasa». Mario Alonso (cirujano).
(Extraído del diario ‘El Mundo’ Miércoles 12.4.2012)
¿Y qué adelantamos con esta serie de afirmaciones y reflexiones? Todo en la vida se aprende y tiene una técnica ¿Cuál es la técnica que me va a permitir ser feliz? ¿Quién me la enseña? ¿Dónde? ¿Cuánto cuesta el curso? Yo elaboré un curso presencial de un fin de semana (excesivamente barato por cierto, razón por la cual no tuvo el éxito esperado…) que se llamaba “¿Quieres que te enseñe a ser feliz?”, en el que desarrollaba una serie de teorías y de técnicas para entrenar la mente en el ejercicio de ‘ser feliz’. Mi base de argumentación era que 1.- Yo era discretamente feliz a pesar de los muchos acontecimientos muy negativos de mi vida. 2.- Esta discreción en el sentimiento de mi propia alegría lo había conseguido a base de técnicas, esfuerzo, trabajo y filosofía. 3.- Las técnicas que a mí me habían ayudado, puesto que me considero una persona normal, podrían servirle también a mucha gente necesitada. No sé si a los asistentes les sirvió de algo, les perdía la pista. Lo que sí os aseguro es que a mí me sirvió de mucho.
Hoy día estoy convencido de que la base de la felicidad gravita sobre un constante ejercicio de ‘vivir el momento a tope’. Y que para aprender esto existen mil técnicas que ayudan a conseguirlo. Las mías son: Meditación Transcendental (Maharishi Mages Yogui), Tai Chi, Chi Kung y Rebirthing (Respiración Consciente y Conectada) Trufadas de recitación frecuente de mantras, oraciones cristianas, contar pasos, contar de 3.000 a 0, hacer crucigramas, andar por el campo con los ojos cerrados, etc. Vosotros podréis encontrar otras que os sirvan igual o mejor que a mí.
Y el inició de todo: Unas ganas tremendas de ser feliz y transmitir esa felicidad a los demás, y una actitud positiva hacia todas las cosas de la vida.
Y un pensamiento como colofón: «Lo importante no es lo que sabes, sino cómo lo empleas»
LU4E
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