viernes, 29 de marzo de 2013

BENDITO EGOISMO






- ¿Por qué me quieres tanto? ¿Por qué te ocupas tanto de mí? ¿Por qué me proteges? ¿Por qué me ayudas? ¿Por qué estás siempre ahí cuando te necesito?

- Déjame que lo piense. Definitivamente creo que por egoísmo.

- ¿Cómo por egoísmo?

- Sí. Desde que tengo uso de razón hago aquello que me gusta, fundamentalmente por sentir la satisfacción del trabajo bien hecho, del amor dado sin condiciones, de la ayuda desinteresada…Eso me satisface tanto; me llena tanto, que asumo que es por egoísmo personal. No por tu satisfacción, que por supuesto hay una parte en ello, sino por la mía. Me gusta más dar que recibir. El hacer un regalo es una gran satisfacción para mí, mucho más que desenvolver el paquete el día de mi cumple. Soy egoísta como todo el mundo.

Si estudio, si hago cursos, si medito, si practico la MT (Meditación Transcendental), si hago Tai Chi asiduamente, es para tener algo que dar a los demás. Si yo no tengo nada, si no tengo riqueza personal acumulada con trabajo, con esfuerzo y con tesón, no podré dar nada a los demás, y eso me privará de mi propia satisfacción. Soy egoísta al pensar en mí ante todo. Bendito egoísmo. Quiero tener para poder dar. Y no hablo de bienes materiales, de cosas físicas, de réditos…Hablo de buenas palabras, ejemplos, ayuda espiritual, apoyo en tus necesidades mentales.

Estas cosas no se consiguen con dinero, no hay oro suficiente en el mundo para pagar la ayuda espiritual, para inculcar a un amigo la filosofía adecuada para que viva mejor, para que se sienta más completo, para quitarse el complejo de culpa, para espantar el miedo. No hay dinero en el planeta que pueda pagar estas cosas. La felicidad no se consigue con dinero, no está en las cosas materiales, no está ahí fuera; está dentro de nosotros y en ningún otro lugar. Y eso se consigue a base de una especial manera de ver la vida, de una puntual filosofía que te ayude a llegar a entrar dentro de ti y vivir el momento.

Y esa filosofía se consigue con la ayuda de alguien o de algo: Una charla, un libro, un ejemplo, una película, un hecho…Y lo fundamental en ese hecho que encierre el cambio de tu vida es el amor y la satisfacción del que lo lleva a cabo.

El milagro es un acto de amor entre dos seres que trasciende el tiempo y el espacio.

Teresa tenía 8 años cuando oyó a sus padres que hablaban de su hermanito Andrés. Todo lo que supo era que su hermanito estaba muy enfermo y que no tenían dinero para la operación que podía curarle.

Teresa oyó decir a su padre: "Sólo un milagro puede salvar a Andrés".

Teresa fue a su habitación y contó cuidadosamente las monedas que había ahorrado. Se fue a la farmacia y le dijo al farmacéutico: "Mi hermano está muy enfermo y quiero comprar un milagro. ¿Cuánto cuesta un milagro?"
"Lo siento, pero aquí no vendemos milagros. No puedo ayudarte", le contestó.

El hermano del farmacéutico que estaba allí en aquel momento se agachó y le preguntó a la niña: "¿Qué clase de milagro necesita tu hermanito?"
No lo sé. Mi madre dice que necesita una operación y quiero pagarla con mi dinero.
"¿Cuánto dinero tienes?" le preguntó.
Tengo un dólar y cinco centavos.
Estupendo, qué coincidencia, sonrió el hombre, eso es exactamente lo que cuesta un milagro para los hermanitos.

Cogió el dinero de la niña y le dijo: "Llévame a tu casa. Veamos si tengo la clase de milagro que necesitas".

Ese hombre, el hermano del farmacéutico, era el Doctor Carltom Armstrong, un cirujano. Y operó al niño gratis.
"Esa operación, susurraba la madre, ha sido un verdadero milagro. Me pregunto cuánto habrá costado."

Teresa sonreía, ella sí sabía lo que había costado, un dólar y cinco centavos, más la fe de una niña.

Pero el verdadero milagro es la satisfacción del cirujano, que con su acto de amor, trascendió el tiempo y el espacio.


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