miércoles, 27 de marzo de 2013

YO DECIDO







¿Es malo no estar bien? ¿Qué es estar bien? ¿Qué es estar mal? ¿Cuándo me levanto estoy bien, o decido estar bien? ¿El bienestar va en el mismo paquete que despertarme y bostezar, o son cosas independientes? ¿En qué tanto por ciento influye mi decisión para estar bien o no?

Me despierto, me desperezo, miro la hora, veo por la ventana, otro día de lluvia, los campesinos están de enhorabuena. Me levanto, permito que mis cartílagos articulares crujan y chasquen, sobre todo los de mis rodillas, me doy cuenta de que tengo espalda porque empieza a delatar su presencia con una ligera dosis de dolor muscular; el cuello también me cruje. Me alegro porque todos estos síntomas denotan, inequívocamente, que estoy vivo.

¿Me encuentro bien? No tengo ninguna razón que me permita encontrarme mal, y si la tengo decido para bien. Decido que no me importen mis síntomas corporales del paso del tiempo, decido que es un día de lluvia maravilloso, entre otras cosas porque yo no puedo decidir  en contra, por lo tanto saldré a pasear con zapatos de lluvia y paraguas. No hay por qué preocuparse.

Decido no pensar mal y dar gracias a Dios por la lluvia, porque me acoge una casa, porque no tengo frío, porque estoy vivo, porque estoy rodeado de gente que me quiere y a quien quiero, que se ocupan de mí y que yo me ocupo de ellos. Porque sé hacer muchas cosas y las hago con amor, porque siento placer con todo lo que hago, porque procuro vivir el momento santo sin pensar en nada más, porque no quiero causar dolor a la gente, al menos deliberadamente. Decido ser feliz ¿Qué es la felicidad? No lo sé, pero decido saberlo y actuar como si fuera feliz, como si estuviera dichoso con lo que tengo, con lo que amo, con lo que me aman.

Decido quitar de mi mente todo el lastre negativo para dejar que fluyan los pensamientos de paz, tranquilidad, bondad y amor. Decido sonreír para excitar la producción de endorfinas. Yo decido todo lo que se instala en mi mente, tanto lo bueno como lo malo, y decido dejar que se instale solamente lo bueno, lo amoroso, lo placentero, lo que me deje buen sabor, buen olor, buenas vibraciones, buen carácter, buenas palabras.

¿Qué es bueno y qué es malo? Lo que yo decida al respecto. Y puedo decidir que una cosa mala sea buena y viceversa, mi estado de ánimo, mis sensaciones y que lo que oigo, veo y siento, todas las sensaciones físicas, mentales y espirituales, sean positivas y placenteras.
Yo decido todo esto y mucho más. Incluso ante una situación negativa puedo decidir meterme de lleno en ella, no criticarla y no juzgarla, con lo que pierde el 90% de su carga negativa. Yo decido todo eso y tú también.  


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