martes, 8 de diciembre de 2009

ISBN

Los libros, en general, pueden ser más o menos grandes, gordos, bonitos, feos, bien editados, mal, amenos, tostones, de arte, de historia, de literatura, científicos, de autoayuda, pero siempre tienen un dato que les une como un hilo conductor. Todos ellos, junto al depósito legal, exhiben, tímidamente, unas siglas seguidas de unos números separados por guiones: es el ISBN. En el idioma inglés, son las siglas de International Standard Book Number. Lo que traducido al castellano significa “Número estándar internacional del libro”.

Creo que nadie, nunca, bajo ninguna circunstancia, excepto aquellas personas que se dediquen a editar libros, lo habrán leído. La mayoría ni se habrán percatado de su existencia ni para qué sirve ni cuál es la razón de su discreta presencia, pero está relacionado con la base de datos de libros editados en España.

Esta base de datos contiene referencias bibliográficas de todos los libros editados en España desde 1972. Está gestionada por la Agencia Española del ISBN. Los datos los proporciona el propio editor al tramitar la solicitud de asignación de ISBN, obligatoria desde 1972. Contiene más de 900.000 referencias de ediciones en castellano, catalán, gallego y euskera, tanto disponibles como agotadas. Permite realizar búsquedas por ISBN, autor, título, materia, editorial, año, serie o colección, y lugar de publicación.

Me parece que la cosa está muy clara. Si no, les ruego que me formulen alguna pregunta al respecto. Hasta aquí todo normal, una ocasión de aprender algo nuevo, que no habíamos manejado hasta la fecha. La cosa se empieza a complicar cuando, una semana antes de enviar la maqueta de un libro a la imprenta, la secretaria del ejecutivo de arte que interviene en el diseño y maquetación de libro, portada, etc., le dice al autor, que si tiene el número ISBN, imprescindible para la edición y ulterior venta del libro en estabelecimientos del ramo. ¿ISBN? ¿Y qué puñeta es el ISBN? – pregunto – Pues un número que tiene que figurar en la edición de una manera obligatoria, pero no te preocupes que yo voy a intentar hablar con la responsable de estos extremos en la Junta, y te digo – me contesta la buena de Carmen -.

La cosa es que hay que solicitarlo en Madrid en la Agencia Estatal del ISBN que está sita en la calle Santiago Rusiñol 8, Los trámites duran aproximadamente una semana si se piden desde aquí. ¡Madre mía! ¡Nos pilla el toro! Cuarenta ejemplares del libro tienen que estar encima de la mesa de la responsable del Departamento de Cultura de la Diputación, antes de fin de año, para que se haga efectivo el pago de la subvención que me ha concedido la Exma. para editar el libro. ¿Pero por qué tendrán que ser las cosas tan difíciles para mí en casi todos los aspectos de mi vida? Si tiene solución, no te preocupes, y si no la tiene, no te preocupes. Así que vamos a ocuparnos del asunto.

Después de mucho indagar, consigo enterarme de que, si lo hago presencial, es decir, si voy personalmente a presentar la solicitud, me dan un número y a las 48 horas me facilitan el ISBN. ¿Pero cómo me voy a ir a Madrid sólo a presentar la solicitud? ¡Esto es de locos! Claro, que podría pedirle el favor a Cristina o a mi hermana. En todo caso follón grande y enorme. Atisbo la posibilidad de mandar la documentación por mensajería, con orden de retorno de respuesta. Al parecer es un servicio que deben de tener las agencias de transportes importantes, que consiste en que tienen personal que lleva presencialmete el sobre a la agencia correspondiente, y con el número que les asignan, vuelven a las 48 horas y le dan el ISBN (¡estoy harto de las dichosas siglas!).

Otro aspecto psicodélico de la trama es el formulario, en el que hay términos que desconocemos, yo, Carmen y el sunsum cordam. Me atrevo a llamar a la agencia de ISBN de Madrid, con la esperanza de que me coja el listo, amable y sublime de turno. Esto no es fácil, la mayoría de las veces el interlocutor, o te confunde o no sabe lo que le dices o le has pillado en el mal día rematado que todos tenemos de vez en cuando, y se reviste de pontifical para darte dos hostias por teléfono.

Buenos días, le habla Fulanito de la Concordía, ¿En qué puedo ayudarle? ¡Vaya! ¡La cosa parece que tiene buen comienzo! Respiro hondo, doy gracia a Dios y respondo: “Buenos días caballero. Le llamo desde Palencia. Quiero publicar un libro, tengo la solicitud delante y le rogaría que me pasase con alguien que me pudiera asesorar”. Yo mismo – contesta -, dígame que desea. ¡Huy, qué bien, me ha tocado el buen samaritano! ¡Vamos a aprovecharlo! “Pues mire – continúo -, quiero que me ayude a rellenar el formulario porque hay términos que yo desconozco…”

Con una bendita paciencia ante mi desconocimiento manifiesto, me ayuda con palabras sencillas y me conduce por todos los cajetines de la solicitud, desde el primero hasta el último. ¡No me lo puedo creer! Pero es así. Hoy me ha tocado la lotería. “Si es tan amable por último y agradeciéndole de corazón su gran ayuda, le pregunto: Pienso mandarles la solicitud por mensajería con orden de retorno ¿Es esto posible?” Naturalmente, caballero, lo hacemos a diario. Acuda a una agencia de transportes con servicio de mensajería y mándenos el sobre con orden de retorno. El mensajero nos trae el envío y le damos un número con el que tiene que volver a recoger el ISBN a las 48 horas. “Bueno, pues muchísimas gracias y que pase buen día” Igualmente le deseo caballero.

Al descender de los cielos, busco el teléfono de una agencia de transportes. Desde el número que marco me remiten a otro específico. Me contestan como “Servicio de mensajería de ---, dígame” Después de escuchar mis pretensiones y cuando me empezaba a cabrear, invoco la palabra mágica: ISBN, y todo se aclara. ¡Ah, bueno! Sí señor, tenemos un servicio específico para envíos a ISBN. Incluso una persona se encarga en concreto de estos trámites. El precio es nosecuantitos y todo muy rico, muy abundante y muy barato. Muchas gracias por su magnífica información. Bueno ya van dos samaritanos. El día es de los que a mí me la ponen.

Me hago una fotocopia del DNI, la meto junto con la solicitud en un sobre dirigido a la agencia del ISBN. Me dirijo a la despacho de transportes más próximo, de las mismas siglas que la que me han asegurado por teléfono la existencia de un servicio de mensajería con orden de retorno. La señorita que me atiende, vieja conocida por otra parte, me asegura no saber nada del asunto. Hace averiguaciones telefónicas e incluso pone en duda que yo haya llamado al sitio correcto. Según dice una paciente: “Ya llevo una semana bien, el maderazo tiene que estar al caer”. Les juro que yo no pienso así, pero hay veces que las circunstancias me hacen dudar de mis parámetros mentales. Al final no me asegura que mi carta tenga respuesta, y como es vital para mí tener el número ISBN antes del jueves, me voy a de allí para intentar dar una solución buena y rápida a mis pretensiones.

En la siguiente agencia de otra compañía de transportes, saben perfectamente lo que pido y me hacen los trámites oportunos en menos que canta un gallo. Me voy satisfechísimo con mi trámite. He quedado en llamar a la niña de la agencia el jueves para ver si ha podido conseguirme el ISBN.

Bonito e instructivo ¿No?

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