lunes, 21 de diciembre de 2009

PALENTINOS EN ESPAÑA

La verdad es que no voy por la vida de elato. Nunca ha sido mi carácter, pero, de vez en cuando a uno le gusta que le pasen la mano por el lomo, que le acaricien la espalda y los oídos con alguna palabra de cariño, de complacencia, o de parabién. Son pocas las ocasiones en la que esto ha ocurrido: mis padres – que ya no existen – y dos o tres personas más, la mitad por alagar. Pero la coba es muy bien recibida para alentarte a seguir con tus vanas pretensiones de extender tus raras ideas por el mundo; para saber lo bien que haces algo o lo que alguien te quiere y te aprecia. Hoy he tenido una sobredosis de cariño y de consideración al leer el blog Entre Líneas, de mi querido amigo Javier Jurado Merino. Me acuerdo de aquel chiste de un escritor que publica un libro y se encuentra a un amigo que le comenta: “He comprado tu libro” ¡Ah! ¿Has sido tú? – le pregunta el escritor- .

No sabía que nadie siguiera mi blog, pero me he enterado por su madre –mi querida amiga Ana Mari -, que él lo lee con interés. Por si esto fuera poco, he leído una glosa que me dedica en su cuaderno. Y, además, un comentario de un presunto paciente mío, anónimo, que reza así:

“¡Hombre, mi médico! No sabía que tuviera páginas web. La verdad es que es un tipo entrañable, único en su especie”.

Tengo llena el alma de la tibieza que reconforta, en estos tiempos de aíres gélidos en todos los aspectos. He dejado de escribir en Facebook porque no he recibido ningún comentario: ni positivo, ni negativo, nada de nada. Y, la verdad, clamar en el desierto no me apetece. Pero, mira por donde, esta doble anécdota me ha hecho pensar que es bueno que siga con mis comentarios.

Creedme, cuesta tan poco regalar un piropo, una frase de agrado, un: “Te quiero”, un beso salido desde el corazón –incluso a los amigos del mismo sexo y condición, como hacen las mujeres entre sí-, un papelillo escrito, una flor, una mirada de complicidad, un guiño del ojo izquierdo. Y, ahora, todavía más sencillo y oportuno, desear a la gente felicidad.

Gracias a ti, amigo Javier por espolear mi intención de seguir escribiendo. Que tengas unas maravillosas vacaciones en tu Palencia querida. Igual tengo ocasión de verte. Gracias también a mi paciente anónimo, que me tacha de entrañable y único en mi especie. ¡Abrazos a los dos!

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