jueves, 4 de febrero de 2010

LA BELLA CATARSIS DEL BLOG

Hablaba con una amiga, días atrás, de mi libro La serpiente de Fuego y de mi hogaña necesidad de expresar lo que siento, día a día, en un blog que escribo, por lo menos, 3 días por semana. Califiqué mi libro de ‘mi parte divina’, y ella, sin pensarlo, interpretó lo que escribo en el blog como mi parte humana. Reflexioné al instante sobre tal calificativo, y me di cuenta de que tenía razón. Se conoce que tengo que expresar necesariamente mi parte terrenal, porque estoy con mis pies en la tierra que me vio nacer, que me acoge y que me dará refugio a la hora del partir. No nos equivoquemos, por muy elevada que esté una persona, de momento, se encuentra anclada en Gaia; en la Pachamama, que, ahora, es su hogar,  del que no se puede despegar hasta que le llegue el feliz día de retornar a su verdadera morada, que no está aquí.

Mientras tanto, cada humano, tiene que abrir la válvula para dejar escapar la presión que acumula a diario. Y tiene que hacerlo por cualquier procedimiento: Relajación, respiración conectada, yoga, Tai Chi, Chi Kung, Meditación T., o cagarse en todo lo que se menea cuando se agotan los procedimientos. También es lícito este procedimiento, para que no se inicie la putrefacción de toda la mierda que acumulamos a diario. Voy a ser totalitario: En este plano todo lo que se detiene en su curso natural, se pudre. Si detienes el agua, se ensucia y se contamina; si detienes el aire, se enrarece; si detienes la sangre, se pudre; si te quedas con la mala leche, segregas bilis hasta acidificarte, descomponerte y emponzoñarte. Debemos, por tanto, buscar un cauce para arrojar al exterior la mala uva. Algunos psicólogos abogan por confeccionar cojines con las figuras de nuestros enemigos y liarnos a mamporros con ellos, mientras exhalamos epítetos malsonantes e impregnados de veneno. Otros sientan a sus pacientes en una butaca confortable, desde la que vierten al exterior todas sus inquinas y frustraciones. Otros –mi caso- dan a diestro y siniestro por medio de la palabra escrita. Este sistema busca tres fines: Soltar el tósigo que nos agobia, buscar prosélitos y cómplices entre los lectores, y dar por el bulero a los que no están de acuerdo con nuestras teorías.

He recomendado a la gente, desde hace lustros, que no se acuesten enfadados; que hablen con su pareja de la causa de su desasosiego, para dormir tranquilos. Pero no aceptar la confrontación dialéctica: eso es el principio del drama. Sencillamente, sin ofender y siempre hablando en primera persona, sin achacar los males al contrario, simplemente decir, llanamente, cómo me he sentido con la situación. Al final rogar, con tranquilidad, que no se justifique, que no hable, que no conteste, que se busque un espacio, otro día, después de reflexionar, para contestar a tus carencias, tus demandas o tu entreverada bronca.

Siempre soltar: nunca retener. De una forma u otra, pero dejar partir. Yo dejo partir mi indignación por escrito. También lo hago respirando, también meditando, también haciendo Tai Chi. Hay que hacer, de cualquier manera, pero hacerlo.

Tenía razón mi querida amiga. Con el blog me he buscado una manera de llevar a cabo una catarsis purificadora. Es mi parte carnal. Por si no lo sabéis, mi blog está dentro de mi página: www. enriquedesoto.es.

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