jueves, 4 de marzo de 2010

UN MUNDO NUEVO O EL NUEVO MUNDO






Vivo en un mundo feliz en el que no existe el dolor, ni el hambre, ni el odio, ni el orgullo, ni la pobreza, ni la vejez, ni la enfermedad. Vivo en un mundo sin rencillas, ni guerras. Vivo en un mundo sin egoísmo. Vivo en un mundo sin miedo. Este mundo en el que vivo, existe, es real, no es ficticio; lo he creado en mi mente, y ahí permanezco la mayor parte del día, gozando, creando, escribiendo, imaginando sólo maravillas que poder compartir con el resto de la gente que no vive en mi mundo, para intentar que cojan el camino correcto de la paz y de la felicidad. Vivo en un mundo, en el que la razón hace mucho tiempo que suplantó a la demagogia. Vivo en un mundo en el que, hace lustros que no existe el dinero para comprar, porque no existe nada que comprar; todo existe ya en mi mente. Vivo en un mundo donde ya desaparecieron los políticos, los bancarios y los abogados ¿Quién los necesita? ¿Para qué sirven? Yo me olvidé de ellos el día en que recibí el mensaje de Dios en el que me instaba a no creer en desgracias, sino en fiestas de celebración. A no creer en el dolor, porque no existe si lo desahucio de mi mente. A no creer en  la guerra porque no hay seres negativos y egoístas que la provoquen. A no creer en el odio, porque en mi mente sólo debe caber el amor inconmensurable que lo llene todo, que lo impregne todo, a mí mismo y a todos los humanos con quienes vivo y a quienes me debo, porque todos formamos parte del mismo racimo. Los niños ríen y juegan porque sus madres comparten con ellos su felicidad y los crían en medio de la entrega y de la falta de miedo ¿Miedo a qué? Solamente a tener miedo. Pero como no existe el objeto del miedo, desapareció sin dejar rastro, y con él, el dolor, la enfermedad y la muerte.

Vivo en un mundo diferente, que yo me he creado, y que quiero compartir con vosotros, en el que hago oídos sordos a cualquier desgracia, porque no caben en mí las desgracias. En el que no oigo gritos, ni diferencias de parecer, ni disparidad de criterios, porque todo el mundo piensa en la mejor manera de vivir y de hacer felices a los demás. Todos reconocen sus dones; los dones que Dios nos regaló, y los ofrecen gratuitamente, para ayudar a sus semejantes. En mi mundo, todos los seres humanos conviven en paz porque no hay deferencias de clase, ni de criterio, ni de raza, ni de religión, ni de ideas políticas. Todos trabajan con sus mejores talentos en pro de la comunidad de bienes. Nadie posee nada, porque nada les ha de faltar. Y no existe la soledad porque todo el mundo quiere compartir todo con todos, dando lo más selecto de cada uno; su parte más dorada y sentida; su parte más amorosa y más incondicional.

Vivo en un mundo que no necesita gurús, chamanes, rabinos, sacerdotes o monjes, porque cada uno lleva dentro el aliento divino de la verdad. La verdad grande, extensa, concreta, estupefaciente, es que El pensamiento es creativo. Que tú fabricas tu mundo con tu mente. Y como la gente lo comparte como la única razón de la existencia del hombre en la tierra, nadie se cree diferente, ni en posesión de su verdad, por la sencilla razón de que todos conocen una sola verdad, la aceptan y la comparten. Y porque la aceptan y la comparten, saben que son capaces de crear lo bueno y lo malo, y desde el día en que comprendieron eso, se dedicaron a crear cosas buenas y positivas, a la vez que beneficiosas para todo el mundo. Antes se habían hartado de crear desgracias propias y ajenas, pero no sabían que tenían la capacidad de fabricarlas, y que nadie tenía la culpa de ellas. Cuando habían demostrado suficientemente su capacidad divina para crear sus desgracias y sus carencias, pensaron que esta misma capacidad les serviría para ser felices y abundantes. En el mundo en el que vivo, esa es la clave: La convicción de cada miembro de la comunidad, de que es capaz de hacer la vida agradable con su mente, o insoportable.

Vivo en un mundo posible para todo el mundo. Vivo en un mundo real y no ficticio. Es mi mundo y en él me siento pleno y feliz. Invito a todo el mundo a unirse a mí, y a gozar de la nueva situación. De esta manera sí puede ser posible estoloarreglamosentretodos.org. Cuando todavía estaba instaurado en la energía antigua y caduca, escribí que sería mejor hacer una página: estonoloarreglaniDios.ya. Estaba radicalmente equivocado. Es posible arreglarlo todo si se unen a mí varios millones de personas con el pensamiento positivo de paz y felicidad. Acudid a mí y yo os convocaré para que nos unamos al mundo nuevo y feliz.



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