lunes, 17 de mayo de 2010

MATTHIEU RICARD





Hoy quiero comentar una entrevista que hizo Eduard Punset al monje budista Matthieu Ricard, que vive en el monasterio Shechen Tennyi Dargyeling, en Nepal. Durante la conversación, Eduard le habla de los conocimientos adquiridos como medio de mejoría individual. Matthieu define los conocimientos de esta manera: “Los conocimientos y aprendizajes humanos son herramientas; y como tales, pueden servir para realizar cosas positivas, pueden utilizarse para cuestiones negativas, o pueden, incluso, no servir para nada. Por ejemplo, si me dan un martillo, lo puedo utilizar para clavar un clavo, o me puedo machacar un dedo en el intento. Pero si lo guardo en un cajón, no me sirve para nada”.




Los conocimientos, las técnicas, el nivel de lo aprendido, no significan nada en sí. No es importante lo que sabes, sino lo que haces con lo que sabes y de qué manera lo empleas en beneficio propio y de los demás. Ya puedo ser sabio e conocimientos, pero si no los empleo, no me sirven absolutamente para nada. Este, en definitiva, es un secreto que no comprenden los coleccionistas de sabiduría. Acumulan, atesoran, pero siempre están buscando técnicas nuevas, nuevas estrategias, filosofías que les saquen del marasmo que es su vida, por no plantearse acabar con la colección y, por una vez, poner en práctica algo de lo que han aprendido.






He hecho montones de cosas en esta vida que he elegido vivir. El que me conoce sabe la cantidad de cursos que he ido acumulando a lo largo de mi existencia, y la cantidad de técnicas que atesoro. De todas ellas conservo y practico solamente tres: La MT (Meditación transcendental Maharishi Maghes Yogi), Rhiberting, respiración conectada y consciente (Adolfo Domínguez Martínez) y Tai Chi, Chi Kung (Juanjo Mendoza). Y una de ellas, la respiración (Riberthing) fue objeto de la entrevista. Al consejo que pidió Eduard a Matthieu, sobre alguna técnica que pudiera equilibrar la mente y aquietarla (aparte de otros mil beneficios) Ricard le ofreció la respiración: Estar atentos a la respiración ¿Por qué? Porque la respiración nos acompaña, está presente en nosotros, no tenemos que buscarla, ni ponernos en situación, ni contar con nadie; y es fácil de utilizar como objeto de meditación. Basta con mantener la atención en la respiración: cómo entra el aire y la sensación que produce en nuestra nariz al entrar. Y cómo sale y la sensación sutil que produce en la nariz al salir. Sólo eso: estar pendientes de la respiración, de cómo inspiramos y exhalamos el aire. Sólo eso. Pero constantemente, sin dejar escapar ni una respiración; siempre pendiente de ella. Y si se nos va el pensamiento a otros vericuetos, retomar la respiración y volver a su contemplación total. Sólo pendiente de la respiración, de cómo entra y sale el aire de nuestros pulmones, a través de la nariz. Siempre pendientes de eso; del aire.





Así aquietamos la mente, y damos ocasión a que el cerebro efectúe sus procesos de reparación orgánica, que de otra forma es imposible que se lleven a efecto. Cuando sintáis que vuestra mente se disloca, probad a estar pendientes de vuestra respiración por espacio de cinco minutos; sólo cinco minutos, y vuestra mente se calmará y de nuevo os haréis cargo de vuestro control. Probadlo.

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