martes, 29 de junio de 2010

¿Y, CUANDO NO HAY MÁS REMEDIO?





Bueno, pues cuando no hay más remedio, es tremendamente doloroso. Los cambios de rutina son aciagos e indeseables. A nadie le gusta cambiar en ningún aspecto. Por esta razón, las situaciones que dan lugar a enfermedades o fallecimientos son: Un abandono, un despido, un desahucio, una traición, la ruina…Efectivamente, son las que provocan, con más frecuencia, conflictos emocionales importantes, que traen como consecuencia padecimientos orgánicos graves.



Miquel Barceló



Somos tozudos como el maño –no lo voy a contar con ningún sentido peyorativo- a quien, caminando hacia Zaragoza, se le aparece Dios en una de sus muchas visitas pastorales, y le interpela:

- “Buenos días, maño”.

- “Buenos días”, contesta el labriego.

- “¿A dónde vas tan temprano?”

- “¡A Zaragoza!”,refunfuña el aragonés.

- “Se dice: Si Dios quiere”, sentencia Dios.

- “¡Que quiera o que no quiera, yo voy a Zaragoza…!

Dios, que aquel día no estaba para aguantar a un cazurro, y para aleccionarle, le convierte en rana, y el baturro se va saltando de charca en charca.

Pasan los años y Dios se acuerda, en su infinita memoria, de aquel zoquete a quien convirtió en rana. Baja a la tierra y le reconvierte en humano nuevamente. El atravesado vuelve a caminar hacia Zaragoza. Entonces Dios le vuelve a cuestionar:

- “Buenos días, buen hombre. ¿A dónde vas?”

- El sandio le mira y le espeta con cara de pocos amigos: “O a Zaragoza, o al charco”



Miquel Barceló



En materia de cambios, más. A nadie le gustan las mudanzas, excepto de ropa, de casa o de coche. Miento. A algunos, por encima de todo esto, les gusta cambiar de montura (perdón por la machada. Hoy tocaba). Y ¿qué hacer ante un cambio brusco, e inesperado? Pues lo de siempre: No juzgar, no criticar y alinearte con la situación. Vivirla intensamente y adaptarte a los cambios que están por llegar, con todo tu cuerpo y con todo tu espíritu. La vida no es esperar a que la tormenta pase, ni es abrir el paraguas para que todo resbale... Es aprender a bailar bajo la lluvia.

Estoy ante un cambio brusco e inesperado de mi vida, que no sé cómo va a salir, ni cómo se va a desarrollar, ni cómo va a terminar. No me importa. Voy a disfrutar de la situación que me depara la evolución, y que yo he pactado previamente a mi aterrizaje en la Tierra. Me propongo aprender a bailar bajo la lluvia. Y aconsejo, al ser privilegiado que esté en mi situación, que haga lo mismo que yo. Y si coincidimos en el camino, gozaremos juntos del regalo de una nueva e inesperada experiencia. Os prometo transmitir mis peripecias en la nueva situación.

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