domingo, 11 de julio de 2010

MI VUELTA AL HOGAR

Llego de Madrid y lo primero que me encuentro, chocante, es un artículo de mi admirado Punset, encabezado por una pregunta: “¿Estar en forma afecta a nuestra salud mental?”. Se trata de otra vuelta de tuerca al controvertido asunto de la ‘mens sana in corpore sano” La frase del poeta Juvenal, proviene de plegarias que él mismo le hacía a los dioses implorándoles que le concedieran un espíritu y un cuerpo en equilibrio. Ya que él, antes de pedir cosas vanas y pasajeras, prefería rogar por la integridad de su cuerpo, de su mente y de su alma. En la entrega del XL SEMANAL de 11 de Julio de 2010, dice cosas como esta: “…la salud física requiere cuidar la dieta.”; “lo único que sabemos es que un poco de ejercicio físico diario es muy bueno para la salud”; “que se debe emplear el tiempo y los medios necesarios para cuidar la salud mental”; que en el existencialismo había que tener una cierta tristeza para resultar creativo, y que esta idea ha resultado falsa!”; “tenemos pruebas de que podemos transferir lo ganado en memoria al resto de la mente”… O sea, nada. Concluyentemente no contesta, ni de largo, a la cuestión planteada. Es la técnica de los políticos. Y lo más sencillo, aun sabiendo que la respuesta es científicamente incorrecta y reprobable, es decir la verdad.






No es la primera vez que digo que la frase está mal dicha y peor interpretada. Nada tiene que ver un cuerpo sano y saludable con una mente lúcida, porque puede existir un cuerpo metrosexual en una mente deficiente y no equilibrada. Mi teoría de siempre es que la frase, en vez de “mens sana in corpore sano”, debe de ser: “Corpore sano en mens sana” Explico. Para mí, la mente es la que define los procesos orgánicos y su funcionamiento. De tal forma que los órganos del cuerpo son inertes y sin capacidad de pensar, ni de un razonamiento de ningún tipo, ni de la capacidad, per se, de enfermar o de variar sus pautas genéticas de funcionamiento. Es más, en la teoría del oncogén que se transmite de generación en generación, debe haber un agente desencadenante del proceso. Nunca se lleva a cabo espontáneamente; tiene que influir en él un proceso mental específico del individuo.






Y, si los órganos son inertes y sin capacidad de pensar sobre su propio funcionamiento, y menos en la forma de variarlo de forma negativa ¿Cuál es el agente provocador de los procesos patológicos en los que no tiene nada que ver la noxa externa, como la mala alimentación, las drogas, los venenos, el alcohol, los irritantes gaseosos, el calor, el frío. Los accidentes ¿Cuál es la causa del inicio de las patologías que desencadenan los exitus letalis, “salida mortal”? Pues la mente, hombre, la mente. Que hace que se nos pongan los pelos de punta, que nos caguemos de miedo, que segreguemos adrenalina para afrontar una situación de peligro, que pesquemos una gripe y que desarrollemos un carcinoma de estómago… Claro, hombre, claro. Si no ¿De dónde viene el asunto?

Un ciudadano, dirigiéndose a un homosexual, le pregunta: “Y, tú, eres manflorita de nacimiento?” “¡Anda!” –contesta extrañado el aludido- “¡No va a ser de una pedrada!”…

¿Qué? ¿que las enfermedades (excepto las que he descartado previamente), vienen de una pedrada, no? Vamos, vamos. Eso se lo pueden creer los niños, y ya lo empiezan a cuestionar muy seriamente. Todo está en el coco, señores. Yo soy el que me provoco mis males con mi especial manera de pensar. Todas las enfermedades (excepto las aludidas), son de origen psíquico. Lo que pasa es que los científicos también repiten las cosas psitácicamente, sin experimentarlas por ellos mismos: Se fían de lo que les cuentan empíricamente y lo repiten una y otra vez a conveniencia de las multinacionales de la farmacia, que son las que rigen los destinos de la medicina actual.






Entonces, ¿Estar en forma afecta a nuestra salud mental? No. Nuestra salud mental, afecta a nuestro organismo. Y lo que hay que hacer no es mantener la memoria por medio de programas chorras que engordan los bolsillos de los creadores, sino, no pensar. Es tan asquerosamente sencillo que la gente no se lo cree. No pensar en el pasado, no pensar en el futuro, vivir el momento con pasión e impecablemente. Y, claro, este sistema conlleva unas cuantas cosas de poco fácil ejecución, como sanar las rencillas y los rencores del pasado (tanto ajenos como con uno mismo), cambiar algunos parámetros de conducta como: No juzgar, no criticar y tener paciencia para lo que haya de venir; o desapegarse, poco a poco, de los deseos sin los cuales no podemos ser felices.

(Se admiten preguntas) ¡Ánimo!.


(Óleos de Tosar Granados)

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