jueves, 15 de julio de 2010

TRABAJADOR, TRABAJA.

El trabajo en España, en general, se ha convertido en una manera de ganarse la vida, sin ninguna intención de realización ni de impecabilidad. Mi abuelo decía que sólo hay dos maneras de hacer las cosas: Bien o bien. Y mi profesor de Tai Chi, cuando le preguntas cómo está, te contesta: “Entre bien y excelente”. Pero esto no es lo normal. Lo común es que los trabajadores no trabajen, o, por lo menos, no trabajen lo que debieran y como debieran. La gente, en general, se escaquea mucho, racanea mucho y escurre el bulto mucho, mucho. Y esto, naturalmente, repercute en la cuenta de resultado de las empresas. Pero, el agravio comparativo funciona en oficinas, fábricas y estamentos de la empresa pública. En la ‘privada’, menos. Pero, a tenor de las leyes laborales en vigor, que te obligan a comerte con patatas al vago de turno, porque si lo quieres poner de patas en la acera, te cuesta más de lo que deja de producir…






“Tío: “No trabajes de esta manera, que se nos va a ver el plumero a todos, majete”. El que se dirige al prójimo llamándole ‘majete’, se auto define, es un hortera redomado y, además, es sindicalista, aparte de más vago que la chaqueta de un guardia. Así funciona el engranaje. No puedes trabajar impecablemente y con arreglo a tu capacidad, porque estableces, rápidamente, un agravio comparativo, y los demás protestan airadamente de tu conducta. Entre los comisionistas, que consiguen su sueldo trabajando a destajo; tanto trabajas, tantos contratos firmas, tanto ganas, no ocurre tanto. Aun así, para ser impecable en cualquier trabajo hay que cumplir con unas premisas fundamentales, que se podrían resumir en, dedicación, gusto por el trabajo y estar en lo que se está sin mirar al reloj. Mi chamán de cabecera decía: “Y si no te gusta lo que haces, hazlo como si te gustara”






A este panorama, se une uno de los principales pecados capitales que atesora el español: La envidia. Una inmensa y mollar envidia que empecina todo lo que toca y que es la causante de muchos crímenes, despidos y arrinconamiento de, habitualmente, los más válidos de cada casa, que se ven degradados, abroncados o castigados por culpa de la maledicencia de algún compañero que se muere de la envidia que le corroe las entrañas. A una amiga, impecable en su trabajo, organizadora donde las haya, cumplidora con sus subordinados, preocupada de los demás, la acaban de revocar las condiciones de trabajo en la empresa donde trabajaba a comisión, por el simple motivo de que gana mucho más que sus jefes. ¡Es el colmo!. Ni están todos los que son, ni son todos los que están. Es fenomenal. Y luego hablan de sindicatos, competitividad, I + D + I (que no tengo ni repajolera idea de lo que significa, pero que ahora está de moda) Bueno, miento, creo que la primera ‘I’ corresponde a “investigación”. La ‘D’ que la sigue después del ‘+’, “desarrollo”. Lo que no sé es lo que quiere decir la segunda ‘I’. La verdad es que tampoco me importa mucho.






Un viejo amigo, cuando subían la gasolina en la época de la “oprobiosa”, en la que yo he vivido magníficamente, decía: “Ojalá la pongan a cien pesetas el litro. Así iremos en coche los de siempre” ¡Qué poco sabía que ahora la gasolina está bastante por encima de lo que él nunca se podía imaginar.

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