domingo, 11 de julio de 2010

¡VIVA ESPAÑA!

Vi el partido en el que España se proclamó ¡campeona mundial de futbol!, con todos los merecimientos y a pesar de los métodos poco ortodoxos y un poco fuera del fair play de los rivales, solo en casa. La frase es demasiado larga, pero demuestra claramente mi intención. Simplemente quiero contar que vi el partido solo en mi casa, nervioso, moviéndome, la mayor parte del tiempo levantándome para reconvenir a los holandeses. Tenía la cena delante y no pude comer ni un solo bocado . Esa era mi circunstancia.

A mi me encanta compartir todo. Es cierto, para mí uno de los alicientes de lo que gozo, es compartirlo, de lo contrario parece que me quedo cojo de contenido y la maravilla se queda en menos. El momento mágico hay que compartirlo, sí señor.








No me arrepiento de ello, y si hubiera querido, creo que ‘alguien’ me hubiera acogido en su salón. Y en último caso, el bar que hay debajo de casa, sacó una pantalla gigante al pequeño parque que tiene a su izquierda, y aquello se llenó de aficionados de toda índole de pensamiento, que a una sola voz se dejaron llevar por la Patria. La primera vez en la historia de España que se proclama campeona mundial de futbol, y la primera vez que las ‘dos Españas’ se unen bajo una misma bandera. A mí se me caían las lágrimas. No en vano era la primera vez en mi vida que asistía a un acontecimiento de esta naturaleza: Todos, los de izquierdas y los de derechas; los del Madrid y los del Barcelona, todos a una con la mejor selección nacional de futbol de todos los tiempos. La primera vez que la gente exhibía banderas con el rojo y gualdo libremente, sin esconderse no vaya a ser que les tachen de facha, aunque ninguno de los que emiten tal epíteto saben lo que significa, ni siquiera los políticos que, entre otras cosas, de alguna manera se van a lucrar con el hecho. Ellos siempre rebañan de donde pueden.

Pues, señor. ¡Viva España! ¡Qué gusto, por Dios! El caso es que mi sobri Juan, un buen día se vio recriminado por su madre y por su hermana, que le achacaban una falta de interés por ellas; que no las preguntaba por sus problemas, que no se interesaba por ellas; que no sentían su calor. Él, muy calmado, como es, como vive, las contestó, más o menos: Yo os quiero, siento afecto por vosotras, como mi madre y hermana que sois. Sufro con vuestras penas y me alegro de vuestras alegrías, pero yo no puedo interferir en vuestras vidas. Yo no sé qué os pasa si no me lo decís. No os puedo ayudar si no me pedís ayuda. Estoy aquí constantemente y no creo que os haya fallado ni una sola vez si me habéis pedido colaboración o ayuda.






Inteligente y sensata manera de abordar el problema. En las relaciones humanas se sobreentiende que todos tenemos que estar pendientes de los demás y que tenemos que meter las narices en sus asuntos en la mayor impunidad. Y no es así. Cada cual tiene que saber qué quiere y debe pedirlo. No se puede jugar al fallo con la intención de saber el grado de interés que tiene alguien por mí. No se puede recriminar a nadie por un olvido involuntario de una fecha o de un acontecimiento. Antes de que llegue el día de mi cumpleaños, aviso a mi familia para que lo recuerde. Y si el día señalado no me llaman, les llamo yo. Pero no se me ocurre guardársela o enfadarme.

Si hubiera querido podría haber llamado a cien personas a quien les hubiera gustado gozar de mi compañía. Pero no les puedo recriminar porque no me invitaran. Yo no se lo pedí, y la gente no puede estar en eso, en lo otro y en lo de más allá.

Lo tomé como experiencia, y lloré y grité y me dejé fluir. El corazón iba como quería, pero yo estaba feliz. No pensé en el calor ni un solo minuto. Pensé en la gente de mi cariño y las gocé con ellos. Yo estaba solo en casa, pero feliz y sin reproches. Así debe ser.

1 comentario:

  1. Acabo de aprender con Juan, a comentar, en "comentarios". ¡Que diver! .Catartiza,catartiza... que yo estaré ahí contigo, cariño.

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