martes, 3 de agosto de 2010

JORGE BUCAY

Los caminos del Señor son inescrutables. Al menos eso dicen. Mira por dónde, estoy leyendo a una persona que, hace unos días, me caía sumamente antipática, por el mero hecho de ser un escritor de fama, con cientos de miles de libros vendidos en toda el área castellano parlante.

“El gordo”, como vulgarmente le llaman sus amigos y sus pacientes, es el terapeuta argentino Jorge Bucay, al que he tenido una envidia corrosiva, quizá por el simple hecho de que vive de su pluma, y, además ejerce su profesión muy dignamente.



Jorge Bucay



Como siempre que no tengo nada qué leer, respiro profundamente, dejo la mente en blanco, para que no interfiera en mi elección y hago un recorrido, a dedo alzado, por mi colección de libros. Esta vez el dedo se ha detenido en un libro de Jorge Bucay, que ni siquiera era consciente de que poseía. Posiblemente uno de esos regalos a los que no les prestas más que la atención de hacerles un hueco en la librería y olvidarte de que están ahí. Por encima de las reticencias, me pareció una elección mediocre. Sin embargo, haciendo caso a mi intuición, lo he empezado a leer. Mi lectura ha empezado siendo crítica e incisiva; buscadora de fallos, tópicos y obviedades. Pero en la página noventa no le he podido poner ni la más mínima pega a su lectura. Escritura impecable, magnífico fondo, historias muy vivas y aleccionadoras, y, sobre todo, muy oportunas. Puestos a criticar (si no me frustro) yo no hubiera elegido ese tipo de letra para sus ‘cuentos’…






Confieso que me voy a apropiar de muchas de sus historias, para contarlas a mis pacientes, o para escribirlas en este blog, esas narraciones cortas con las que, él, inyecta en la vena de sus pacientes conceptos que, de otra manera, serían difíciles de digerir. En mi próxima entrega escribiré una muestra (con su permiso), sólo conservando el fondo de la trama, pero cambiando nombres y lugares. Una historia al hilo de un caso que tengo entre manos, en el que mi paciente no cree en sus posibilidades, y siempre acude al resto del mundo para que le diga ¿qué hacer? ¿qué decir? ¿qué pensar?.

Pienso seguir apoyándome en él, en lo sucesivo, porque, ninguna de las historias que he leído hasta ahora, tienen desperdicio.





Los juicios previos, sin pruebas y sin reflexión, suelen estar, siempre, equivocados. Nos perdemos, con esta actitud, enseñanzas y situaciones muy aleccionadoras. Nunca os permitáis el lujo de emitir juicios previos, sin conocer a fondo la verdadera historia, o la verdadera vida del individuo.

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Coincido plenamente con tu reflexión, sobre como de forma alegre y sin evaluar a las personas hacemos su ficha,las prejuzgamos, sin profundizar lo más mínimo y no dando ni una oportunidad a mostrar sus virtudes, habilidades, profesionalidad,etc.

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  3. He leído un par de libros de Bucay, y son interesantes en cuanto a que situaciones que pueden ser complicadas en nuestras vidas, quedan la mar de simplificadas con un cuento o una metáfora. También es verdad que no hay nada mejor como una parábola "personificada": muchas veces los cuentos no llegan porque no encuentras, en el momento de la lectura, una identificación, aunque es difícil que te dejen indiferente.
    Algo diferente fue "Amarse con los ojos abiertos": leerlo como una novela es un error, aunque lo intente dar esa forma. Creo que las cuestiones de amor son tan personales que es difícil simplicarlo con una historia más o menos lineal a base de una serie de e-mails que conforman el libro.
    Desde entonces no he vuelto a leer más sobre él, aunque si alguien puede aportar algún otro título interesante, será bienvenido. Me gusta mucho este tipo de escritores.

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