lunes, 2 de agosto de 2010

MIS PREFERENCIAS

Muchas personas acuden en demanda de ayuda para sus conflictos, si saber qué quieren en realidad. Nunca se han parado a pensar qué les gustaría hacer, pensar o poseer. Cuando se lo preguntas, no saben qué contestar. De modo que, lo primero que les sugiero es que lo averigüen, escribiendo en la cabecera de cuatro folios: “Esto es lo que me gusta”. “Esto es lo que no me gusta”. “Esto es lo que quiero de la vida” y “Esto es lo que no quiero de la vida”. A este trabajo hay que entregarse; no hay que hacerlo como vulgarmente se dice: “a sobaquillo”. Así no se logra lo que se pretende, que es tener conciencia de los gustos y de los disgustos. Hay que meterse hasta el cuello en la tarea, y no parar de imaginar lo que a uno le gusta y le disgusta. Aunque muchos pensarán que lo tienen claro, en realidad, si se ponen verdaderamente a pensar, no tienen claro, nada.




La vida me enseña todos los días de mi existencia. Basta con que ponga algo de atención a mi propia conciencia y a lo que oigo en boca de los demás. Ayer se suscitó una conversación entre mi mujer y yo, en la que yo salía mal parado por mi costumbre de criticar a todo y a todos. Me quise justificar a mí mismo, y engañarme miserablemente, echándole la culpa a lo mal que me está tratando la vida, sin considerar que todo lo que me pasa es mi propia elección para aprender, para purgar y para mejorar. En ese instante, tuve la intuición de que debía escribir, en una de estas ‘entregas’, lo que no me gusta de la vida y de la gente que me rodea y, de alguna manera, me representa. Mila me hizo considerar que debía atender, más a las cosas buenas que hay en mi vida que a las malas, y, por tanto, debía escribir lo que me gusta, en vez de lo que no me gusta. Desde luego evitaba el efecto bumerán que tienen los pensamientos negativos, y, al mismo tiempo, me solazaba en mis preferencias, en vez de refocilar en mis zonas oscuras. Al fin me decidí a hacer una pirueta, que el lector va a comprender perfectamente, poniendo por escrito lo que me gusta de esta vida. Naturalmente, en aras de la brevedad que me exige el aforismo: “Si lo bueno, breve, dos veces bueno”, no escribiré todo, pero sí gran parte de lo que en estos días me acucia.




Me gusta levantarme por la mañana y dirigir mi primer pensamiento a Dios, para agradecerle lo que tengo y lo que no tengo. Me gusta volverme y contemplar el rostro dormido de mi compañera. Me gusta preparar el desayuno pensando en los miembros de la familia. Me gusta escuchar una radio intranscendente, que no me cree problemas desde por la mañana, o escuchar música clásica. Me gusta ponerme a escribir en el ordenador, pensando en mis lectores, y en la manera de transmitir mis ideas y mi pensamiento positivo. Me gusta pensar que el día es claro y la mente está serena. Me gusta sentarme a meditar, aunque sean veinte minutos. Me gusta comer frugalmente y muy seguido. Me gustan todos los alimentos, con tal de que estén dignamente preparados. Me gusta la gente que piensa en mí y me manda sus e-mail. Me gusta leer sobre temas esotéricos y charlar con personas con mis mismas ideas, con las que comparto sin discutir. Me gusta escuchar y callar, en vez de meter baza con cualquier pretexto, ni siquiera cuando tengo algo interesante que contar de mí mismo. Me gusta dar la razón a la gente, aunque no la tengan; no creo que les convenza y pierdo el tiempo. Me gusta ayudar cuando me piden ayuda. Me gusta mantenerme al margen cuando no me la piden. Me gusta ser cortés y educado, comer correctamente, dar mi mejor olor, mi mejor sabor, mi mejor sonido. Me gusta alagar a la mujer, y, la mayoría de las veces lo siento desde dentro. Me gusta la mujer por cualquier detalle; no hace falta que sea guapa, ni tenga excelentes hechuras. Me gustan los niños porque no mienten cuando miran, ni te juzgan, ni te compran; se limitan a ser ellos mismos.






Me gustan los animales dóciles y simpáticos, que se restriegan contra mi pierna y me mueven el rabo en señal de saludo y afecto gratuito. Me gusta dar sin recibir nada a cambio. Me gusta la gente íntegra y verdadera, que llama al pan, pan, y al vino, vino. Me gusta la gente que cree en Dios, máximo hacedor; del que, próximamente, se demostrará científicamente su plena existencia. Me gusta la gente honesta que no tiene que mentir para lograr el apoyo de los demás. Me gusta la gente impecable que hace las cosas de la única forma que se pueden hacer las cosas, bien. Me gusta la gente reflexiva a la que le gusta más ser que tener. Me gusta la gente que decide de corazón y no con el mondongo. Me gusta la gente que decide con la sabiduría y apoya sus juicios en el estudio profundo del tema a decidir. Me gusta la gente que te dedica una sonrisa. Me gusta la gente que habla a los demás de ‘usted’, a no ser que se pacte el ‘tuteo’, o que sea obligado por el conocimiento previo. Me gusta la gente que no hace juicios previos. Me gusta la gente que apuesta por el estudio y el trabajo. Me gusta la gente que arriesga su dinero para producir riqueza y dar trabajo a los demás. Me gusta la gente que gana el pan con el sudor de su frente. Me gusta la gente justa y ecuánime. Me gusta la gente independiente, que no se pliega a una ideología, a una religión, o a un partido. Me gusta la gente que demuestra su autoridad con hechos demostrables, con sabiduría y experiencia. Me gustan los jefes que lo son de verdad y que lo demuestran con sus actuaciones. Me gusta la gente que innova, yendo por otros caminos, que los ya trillados. Me gustan los científicos abiertos a otras posibilidades. Me gustan los médicos que acompañan al paciente en su proceso, y no quieren ser los protagonistas. Me gustan los médicos que citan al paciente a la hora justa que lo empiezan a ver. Me gustan los médicos que se declaran ignorantes de la mayoría de los aspectos de la medicina interna.



Gustavo Dudamel (Director de orquesta Venezolano)


Me gustan los farmacéuticos humildes que no se permiten el lujo de recetar a pie de farmacia. Me gustan los colegas que le apoyan a uno en sus procesos, sin llamarse ‘andana’ (excusándose de obligaciones o de cumplir castigos). Me gustan los colegios profesionales que sirven para algo más que para cobrar las cuotas de los afiliados. Me gustan los jueces con sabiduría para juzgar con justicia y equidad. Me gustan los jefes que se dejan la piel por sus subordinados. Me gusta el amor incondicional. Me gusta el sexo apasionado y lleno de sentimientos, no sólo carnales, sino espirituales. Me gustan las puestas de sol y los amaneceres. Me gusta la música de Mozart…

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