jueves, 5 de agosto de 2010

VOSTIK

Había una vez, en Ucrania, un viejo piadoso y trabajador llamado Vostik. Se dedicaba a hacer trabajos a los vecinos de Lvov, su pueblo, y con ello vivía a regañadientes. Un buen día soñó que viajaba a Kiev, que encontraba un frondoso árbol debajo de un puente sobre el río Dnieper, que escavaba en su pie un pozo, y que de él sacaba un tesoro que le permitía vivir desahogadamente toda su vida. Al principio no le dio importancia, pero el sueño se repitió, idéntico, durante quince días. El mismo viaje, el mismo puente, idéntico árbol, igual tesoro. Al final, y ante la reiteración de semejante mensaje, lo interpretó como un aviso del cielo, aparejó su caballo, dispuso el equipaje y partió hacia Kiev.






Llegado a la gran ciudad, le fue complicado encontrar el árbol frondoso debajo del puente de sus sueños, ya que la ciudad de Kiev estaba dividida por el rio Dnieper, y, por tanto había numerosos puentes que lo salvaban. No obstante, al cabo de las horas localizó su puente y su árbol. Pero el puente estaba constantemente vigilado por un coracero de la guardia del Gran Duque, que ejercía su cometido con celo y dedicación. Vostik no tuvo más remedio que esperar a que el vigilante cesase en su cometido y se arrellanó a la sombre de su árbol.





El vigilante, extrañado del comportamiento del campesino durante dos días, se dirigió a él preguntándole el motivo de su conducta en aquel extraño lugar para descansar y con su montura al lado. Como Vostik no era mentiroso, no se le ocurrió mejor respuesta que la verdad, y, así, refirió al coracero su sueño en el que sacaba un inmenso tesoro de un pozo que debía practicar en el pie de aquel árbol. “Nunca me fio de los sueños, amigo. Yo llevo un año soñando que debajo de la cocina de un viejo llamado Vostik, que vive en Lvov, hay un tesoro grandísimo. ¿Debería acudir a Lvov a buscar al viejo Vostik?”




 Vostik le dio las gracias al vigilante, volvió a su casa, escavó debajo de su cocina y encontró el tesoro que allí estaba escondido desde hacía generaciones.

Como Vostik, el tesoro que busca la gente, no está en las respuestas de los demás, sino en uno mismo. Pon manos a la obra.

1 comentario:

  1. Bonito relato,cambiando los personajes y la latitud se parece mucho al libro de Paulo Coelho EL ALQUIMISTA.Saludos.

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