lunes, 21 de febrero de 2011

ERRORES DE INTERPRETACIÓN

Hablo de mi experiencia personal. Es aleccionadora, oportuna y puede servir para que aprendan los demás y escarmienten en cabeza ajena.

Voy por la calle. Por la acera de enfrente camina una amiga con la que he tenido, no hace mucho, un contraste verbal. Va deprisa, me mira y sigue su marcha acelerando su paso. Me quedo con la boca abierta ¿Qué la pasará? ¿La ofendí tanto que ahora me niega el saludo? No paro de darle vueltas a la cabeza con respecto a lo mal que me siento por el desaire de Magdalena. Yo la aprecio muchísimo. Creía que ella también a mí, pero al parecer no es así. Pienso que tengo que dejar de dar vueltas a la cabeza. Llego a mi casa y le explico lo sucedido a mi mujer. «¡Será estúpida! –le digo– Pues no va y al verme sale corriendo…Pues por mí ya la pueden ir dando mucha morcilla a la muy imbécil. Hay gente que come mierda de gato por la mañana y se trastorna de tal manera que enloquece. Vamos, vamos. Nunca lo hubiera creído de Magdalena. En fin, qué se le va a hacer. Ya lloverá menos». Mi mujer se hace mi aliada y también se une a la serie de epítetos ofensivos que yo he comenzado a exhalar en contra de Magdalena. «La verdad es que nunca lo hubiera pensado de Magdalena. ¡Con lo amigos que hemos sido! ¡Con la de veces que ha comido en casa! Pues yo cuando la vea tampoco la saludo y en paz». La cosa parece que amaina, pero al cabo del ratito emerge nuevamente, como un geiser el chorro de insultos e insatisfacciones en contra de Magdalena, que ya está de chupa de dómine.




A la hora escasa suena el teléfono. Lo coge Margarita y viene tapando el auricular con la mano. «¡Es Magdalena. Que quiere hablar contigo…» ¿Qué carajo querrá ahora esta tonta el culo?

- ¿Sí?

- ¡Hola, Enrique! Oye, habrás pensado cualquier cosa de mí. Por lo menos que me había picado la moscarda. Chico, perdóname te pido de todo corazón. Resulta que esta mañana he debido comer algo de anoche que me ha sentado como un tiro. Un minuto antes de verte me han dado unos retortijones que casi me cago en la calle ¡Valla corte! Menos mal que estábamos cerca del Bar Amigo…Si no salgo corriendo. Si me paro a saludarte, me lo hago allí en tu presencia. ¡Qué momento, hijo! Bueno te pido perdón por lo que hayas podido pensar. Y que esta noche, si me invitáis voy a cenar a vuestra casa ¿Vale?

- Pues sí que me ha extrañado. Pero como pasan esas cosas tan raras en la vida, he dicho: Otra a la que se ha ido la pinza. Bueno, esta noche nos vemos.

Como veis, las cosas no siempre son lo que aparentan. Y nuestras elucubraciones al respecto tienen muchas posibilidades de fallar de plano, dando como consecuencia equívocos que pueden dar al traste con una amistad de toda la vida, e incluso con una relación que prometía.

Aprendí con Asthar Sheran, comandante de una flota intergaláctica en misión en La Tierra –esto suena cachondo ¿verdad?–, que hay tres medidas en este mundo de obligado cumplimiento: No juzgar, no comparar y esperar para comprender las cosas a su momento.




Nos pasamos el día emitiendo juicios de valor, unos de palabra y la mayoría mentales. Y de todos ellos, el 99% son falsos y no nos conducen más que al marasmo mental y a crearnos situaciones dolorosas y sumamente conflictivas para nuestra mente y para nuestra salud. El consejo es magnífico y Amazing. No juzguemos por lo que veamos, oigamos o leamos. Nos podemos equivocar de medio a medio con el consiguiente conflicto.

Los otros dos son igualmente increíbles: No comparar, que es una variante de no juzgar. Porque comparar es juzgar por partida doble. Y esperar para entender las cosas a su debido momento y no justo cuando nosotros queramos comprender. Porque hay cosas incomprensibles, que no entenderíamos ni aunque nos las explicase directamente San Pedro en persona.

El que tenga sentidos para entender, que entienda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...