jueves, 22 de marzo de 2012

RESPETO Y RECONOCIMIENTO

 He fallado en mi apreciación personal. Creía que estaba prevenido para soportar cualquier avatar, creía que estaba fuerte para mantener una postura o para llevar a cabo un proyecto de vida impecable con arreglo a lo que yo predicaba. Mi reacción ante la adversidad ha sido un auténtico fiasco. Nunca creí que pudiera echar por la borda toda la pesca de un duro día de trabajo. Pero es así. No dejo de ser humano, no dejo de tener mis vicios, mis compulsiones y mi orgullo mal entendido. Camino muy lentamente; demasiado despacio, por el conocimiento.
En esta etapa quizá he defraudado las expectativas que sobre mí se habían creado algunas personas. Lo siento. Intento vivir mi vida lo mejor posible, de manera que no hiera a las personas con las que me relaciono. Al parecer ha sido inútil. Pido perdón por ello, e inicio mi nueva etapa creyendo haber entendido la virtud de la paciencia y de la incondicionalidad.

Sé positivamente que volveré a caer, pero intentaré levantarme de nuevo. Y así hasta que aprenda a fuerza de tropiezos. Es mi experiencia y sé que lo importante de ella son mis reacciones antes cosas, hechos y personas. Hasta a las que más quieres, inconscientemente es a las que más hieres. Y es por la mala enseñanza adquirida, por la lengua y por el afán de quedar por encima o de demostrar el dolor para sentirlo compartido.
Comprendo mi desesperación y no me culpo por ella. Aprenderé a aceptar las cosas de la vida como enseñanzas, como aquello que no he podido ver porque todavía no tengo capacidad para ello.

Temía mi reacción y se ha producido. No me puedo arrepentir lo único que puedo hacer es aprender para la próxima vez. Aprender para no volver a caer, aprender para no dañar. Dar las gracias y seguir. Si estuviera en mi mano volver atrás y actuar de una manera menos lesiva lo haría, pero eso lo tendría que haber pensado antes. Ahora es la gente la que tiene que mover ficha. ¡Perdón humildemente a todo el que pude ofender con mis palabras, con mis escritos o con mis ideas! LOVEU.
Es oportuno que comparta, en este momento, un fragmento del libro: “ Neither Wolf nor Dog. On Forgotten Roads with an Indian Elder” por Kent Nerburn New World Library, 1994 (Fuente: Asociacion Chi de Andalucia.)

EL SILENCIO ES MÁS PODEROSO QUE LAS PALABRAS
“Nosotros los indios sabemos del silencio. No le tenemos miedo. De hecho, para nosotros es más poderoso que las palabras.

Nuestros ancianos fueron educados en las maneras del silencio, y ellos nos transmitieron ese conocimiento a nosotros. Observa, escucha, y luego actúa, nos decían. Ésa es la manera de vivir.
Observa a los animales para ver cómo cuidan a sus crías.
Observa a los ancianos para ver cómo se comportan.
Observa al hombre blanco para ver qué quiere.

Siempre observa primero, con corazón y mente quietos, y entonces aprenderás.
Cuando hayas observado lo suficiente, entonces podrás actuar.

Con ustedes es lo contrario. Ustedes aprenden hablando. Premian a los niños que hablan más en la escuela. En sus fiestas todos tratan de hablar. En el trabajo siempre están teniendo reuniones en las que todos interrumpen a todos, y todos hablan cinco, diez o cien veces. Y le llaman “resolver un problema”. Cuando están en una habitación y hay silencio, se ponen nerviosos. Tienen que llenar el espacio con sonidos. Así que hablan impulsivamente, incluso antes de saber lo que van a decir.
A la gente blanca le gusta discutir. Ni siquiera permiten que el otro termine una frase. Siempre interrumpen. Para los indios esto es muy irrespetuoso e incluso muy estúpido. Si tú comienzas a hablar, yo no voy a interrumpirte. Te escucharé. Quizás deje de escucharte si no me gusta lo que estás diciendo. Pero no voy a interrumpirte. Cuando termines, tomaré mi decisión sobre lo que dijiste, pero no te diré si no estoy de acuerdo, a menos que sea importante.

De lo contrario, simplemente me quedaré callado y me alejaré. Me has dicho lo que necesito saber. No hay nada más que decir. Pero eso no es suficiente para la mayoría de la gente blanca.
La gente debería pensar en sus palabras como si fuesen semillas. Deberían plantarlas, y luego permitirles crecer en silencio. Nuestros ancianos nos enseñaron que la tierra siempre nos está hablando, pero que debemos guardar silencio para escucharla.

Existen muchas voces además de las nuestras. Muchas voces.”

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