Los bancarios no lo
tienen fácil. Últimamente la gente está muy agresiva con ellos, y, en realidad
están trabajando por un sueldo muy discreto. Bien es verdad que se
someten a los programas de los jefes en materia de ventas y colación de
productos de los que, la mayoría de las veces, no cuentan al cliente más que lo
que ellos quieren. Por otra parte hay ‘listillos’, vendidos a los poderes del
banco, que se dedican a meter en las cuentas débitos por cualquier concepto: 40
€ por aquí, 30 € por allá. Y si no surgen protestas, todas esas cantidades suman
muchos miles de euros al mes que se ingresan en las arcas del banco.
La banca surgió por la
necesidad de facilitar el trueque y la utilización de los activos en metal. Así
nacieron los orfebres que tenían a su cargo los capitales en metálico y respondían
de ellos con documentos firmados para que el impositor no tuviera necesidad de
acudir al orfebre a por sus monedas. Así el orfebre se convierte en banquero.
Así llega el banco
hasta los tiempos modernos, después de sufrir multitud de avatares. Y en este
momento las funciones de los bancos se reducen a: 1.- La intermediación del
Crédito. 2.- La intermediación de los pagos y 3.- La administración de los
capitales. Se entiende que está montado el negocio en el que el banco se lucra
de las imposiciones de los clientes para hacer sus propios negocios o para
facilitar préstamos con interés –lo que sigue llamándose usura de agiotistas y
logreros.
Como tal negocio, está
sometido a los vaivenes de los mercados, y unas veces ganan y otras pierden.
Pero, hete aquí que, ahora, por circunstancias que quiero entender que son
intenciones espurias por parte de los banqueros y sus socios, el negocio,
debido a diferentes factores, no funciona. Los negocios son así: unas veces
funcionan y otras no; unas veces arriba y otras abajo. Y cuando un comerciante
fracasa en sus gestiones, el Estado no acude en su ayuda, sólo se le permite
acudir a un banco para pedir un crédito e intentar reflotar su maltrecho
peculio.
Sin embargo el Estado
acude en defensa de los bancos inyectándoles capital de los contribuyentes y de
las arcas públicas. ¿Para qué? Para que los accionistas y los dueños no sufran
detrimento de sus capitales. Sólo y exclusivamente para eso. No he oído de
ningún carnicero, pescadero, comerciante de telas, mecánico, etc. Que fracasado
su negocio acuda presto el Estado a su rescate. Sin embargo con los bancos, sí
¿Por qué?. El Estado debía de acudir en defensa de los impositores, que son los
ciudadanos que tienen depósitos dinerarios en el banco, no en defensa de los
dueños. A los dueños y a los accionistas que les den. Como cualquier ciudadano han
arriesgado su dinero y no tiene que acudir el Estado en su rescate. ¡Que se
hundan! Y que sólo salgan a flote los impositores con ayuda del Estado.
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