sábado, 24 de octubre de 2009

LA NIÑA SE VA A ESTUDIAR TURISMO A MADRID

LA NIÑA SE VA A ESTUDIAR TURISMO A MADRID

24.10.09


Todo se trastoca. Todo se revuelve. Empiezas a sentir cosas que no has sentido nunca y, de buenas a primeras, te entra una sobredosis de responsabilidad. Pero lo que no has hecho hasta ahora ya no lo vas a poder hacer. Relájate y goza, Enrique. Experimenta el momento otra vez, y recuerda cuando llevaste a Daniel a Valladolid para que compartiera casa, al iniciar su carrera de arquitectura. Confías en que ponga en práctica todo lo que has intentado enseñar durante ocho largos años.

Vino a tu vida con once, con muy mala educación, con muchos resabios y con muy mala leche. Querías que aprendiera, que se educara como a ti te habían educado y como tú habías procurado educar a tus hijos. Pero ella no era hija tuya; te había entrado en el lote cuando decidiste emprender una nueva vida con su madre. No la habías elegido, ni ella a ti. No te resignabas a convivir con una niña mal educada, terca y que no se resignaba a que su mamá se hubiera separado de su papá, con lo que ella quería a su papá y con lo que él la consentía. Te hizo pasar las de Caín, con el consentimiento de su madre, a la que no parecían adecuados tus métodos de enseñanza. Después de sentirte inútil, desvalorizado y desaprovechado; después de preguntarte, una y mil veces ¿qué hacías tú con semejantes arpías, con lo bien que podías vivir solo? Te rendiste a lo que pudiera pasar, por apego a su madre. Últimamente, como venida del cielo, te entró, de pies a cabeza, una sensación de quietud, de conformismo y de paz, que te hizo ver las cosas de otra manera y empezaste a quererla, después de odiarla y considerar, mil veces, que era una perdida y una zafia, cuyas malas acciones y malos hábitos, la iban a llevar a la perdición.

Entraste en internet y tecleaste: UAM (Universidad Autónoma Madrid) Escuela de turismo. Como la informática te da lo que la pides, salieron muchas cosas diferentes, menos lo que tú querías: Varias escuelas de turismo privadas, la Universidad de México, El Centro de Desarrollo de Estudios Turísticos, etc. Todo menos lo que pretendías. Cuando te vino la inspiración, buscaste UCM Turismo y, “bingo”. Apareció en pantalla el logotipo de la Complutense, con su cisne rampante, y, más abajo: Diplomatura de Turismo… Al final de la página figuraban los datos: Centro de Estudios Superiores Felipe II. Calle San Pascual s/n. 28300 Aranjuez, Madrid.

¡Cáspita! –exclamaste llevándote el dedo índice de la mano derecha al puente de las gafas para subirlas ligeramente- ¡Se tiene que ir a Aranjuez! ¡Vaya palo! Ellas, en la cocina, discutían sobre la mejor manera de hacer la matrícula, el viaje, etc., ya que la madre iba a ir sola a acompañar a su niña. Tú no podías acompañarlas por tu trabajo. Cuando se enteraron de que era en Aranjuez, se llevaron las manos a la cabeza, pero empezaron a considerar las cosas buenas que tenía una ciudad pequeña (50.000 habitantes), llena de parques, a 40 Km de Madrid, la facilidad que habría para encontrar alojamiento, la “ausencia de peligros”, una escuela familiar...

Encontrasteis, entre los tres, los horarios de trenes, trasbordo en Madrid para Aranjuez, posibilidades de formalizar los billetes por internet. Todo concluido, quedó la cosa clara. Al día siguiente las llevarías a Valladolid para que cogieran la lanzadera a las 9:00. No caíste en que Valladolid –como casi todas las ciudades de España- está “levantada” y no hay forma de transitar. Las despiertas antes de lo previsto para que cambien los planes, y las llevas a la estación de Palencia.

Te quedas inquieto. Hace mucho tiempo que no estás solo. No es que no confíes en ti mismo, es que te produce ansiedad la nueva situación. Te comentas que van a ser dos días de trámites y las tendrás nuevamente en Palencia. Te dedicas a tus cosas mientras pasa el tiempo y te llaman para contarte cómo han ido las cosas en “Aranjuez mon amour”.

En la consulta te entretienes con los pacientes; procuras resolver sus problemas físicos y, de paso, los mentales. Entre consulta y consulta te metes en el Shangay y juegas para entretenerte. Enciendes un incienso y una vela y esperas pacientemente. Al rato, ya no puedes más y marcas el número de Milagros.

- ¡Hola! Te iba a llamar yo en este momento –oyes al otro lado del móvil.

- ¡Hola, cariño! ¿Qué tal todo? ¿Qué tal Aranjuez mon amour?

- ¿Aranjuez? No me hables. Estamos desesperadas. Después de estar esperando tres horas, nos dicen que no es aquí donde tiene que estudiar, que es en el Campus de Madrid. Nos lo han asegurado e, incluso, nos han ayudado con los papeles de la matrícula para que no tengamos pegas mañana.

¡Vaya cagada –piensas- Metí la pata hasta el corvejón. Las he mandado a Aranjuez. ¡Vaya boñiga!

- ¿No me digas? ¿Y cómo así? ¿Qué estudian entonces ahí, carajo?

- Aquí, según nos han dicho, se estudia la “diplomatura”. Cristina va a hacer “grado” ¿comprendes? Y el “grado” se hace en Madrid. Estamos muertas de cansancio, así que vamos a coger otra vez el tren para que nos lleve a Madrid. Esta tarde cogeremos un hotel y mañana, Dios dirá…

- ¿Y qué diferencia hay entre diplomatura y grado? –preguntas para seguir con el palique y evitar que piensen en el embolado siniestro en el que las has metido, cabrón-.

- Pues, al parecer la diplomatura es más corta que el grado, o ¡yo que sé!. El caso es que aquí no hacemos nada.

- Tengo complejo de culpa por haberos metido en este atolladero. Mea culpa. La verdad es que no actué reflexivamente cuando me metí en internet. ¡Vaya lio! Lo siento muchísimo.

- No te preocupes. (Esto te sonó como si te hubieran dicho: “No te preocupes, tonto el culo). Creo que nos han traído aquí, a las dos medallas, por alguna razón. Y ya me barrunto cuál es…”

- Bueno, en realidad no sé que más decirte. Te repito que lo siento mucho. Me quedo mal, con complejo de culpa.

- Qué no, que no te preocupes (gilipollón, oí entre líneas) Mañana será otro día.



¡Vaya petardo! Y como había que echarle la culpa a alguien, empezaste a arremeter contra el sistema de enseñanza, contra los listos que organizan todo con las patas de atrás, y contra quien les dejan hacerlo. Al final te topaste de bruces con los políticos, a quienes pusiste –como casi siempre- a bajar de un borrico: Inútiles, mamones, ineptos de mierda. Ellos tienen la culpa de todos los desastres de España. Más valía que no votara nadie, para que se dieran cuenta de su inutilidad manifiesta. Papanatas, desgarramantas. En tu época se llamaba a cada cosa por su nombre y así no surgían equívocos: Había carreras superiores y peritos, o facultativos. No como ahora que a los aparejadores les llaman “arquitectos técnicos”. ¡Qué carajo diplomatura, ni diplomatura! Ingeniero y perito, como toda la vida anterior a estos incompetentes –pensaste en voz alta, por si tenías la ocasión de que algún político de mierda te oyera, para arrojarle toda la indignación que sentías en esos momentos.

Al día siguiente, como por encanto, mágicamente, todo se resolvió a pedir de boca: la matrícula, el piso compartido…

Aviso para navegantes. Ahora, nada es lo que parece. Puedes buscar billete para Valencia y acabar en la Seo de Urgell.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...