lunes, 8 de marzo de 2010

EL TONTO ÚTIL


España está jodida. No va a estarlo, está ya. Esto pasa por dejar que irresponsables asuman las competencias del poder. Y con el poder no se juega. Pero tengo que conceder a estos imprudentes,  la calidad de haber dado todos los pasos para convertir a España en un estercolero. Todavía me pregunto con qué fin. Y este extremo no lo tengo muy claro. Las cosas que hacemos siempre tienen su principio en una idea; y siempre la pretensión inicial se apoya en una mejora para mí o para los demás, o, en caso de manifiesto sadismo, en un daño para el prójimo. Hacer las cosas por hacer no existe; no tiene fundamento.






Eso lo haría el que asó la manteca, pero ninguno más. El que asó la manteca se murió, afortunadamente, sin descendencia. ¿Qué aviesas intenciones demuestra el presidente del gobierno (para mí no tiene categoría, ni presidente, ni gobierno, para escribirlo con mayúscula), para convertir a España en un reino de taifas, con la juventud inculta y podrida, con permiso para drogarse, copular, emborracharse, robar, matar, amancebarse con congéneres del mismo sexo, casarse con ellos/as, abortar por la jeta, zarandear a los padres en la mayor impunidad, tratar a los mayores con una falta de respeto atroz; para permitir delitos de sangre, terrorismo, asaltos, robos, tropelías, dolos políticos, fractura económica, malversación de fondos públicos, exhumación de cadáveres, retirada de símbolos religiosos, dictadura judicial…? ¡Me aburro de contar la cantidad de burradas que está cometiendo este presidente infecto; por no sacar a la luz la inmensa cobardía en su política exterior! Pero vuelvo a la pregunta ¿Qué pretende este analfabeto funcional? ¿Un bien para sí mismo? El mayor bien para uno mismo es la satisfacción de los que te rodean y la anuencia de la mayoría mayoritaria. Bien digo: Mayoría mayoritaria; para distinguir, entre un plebiscito al que acuden el 25% de la población censada, con capacidad para votar, y de este 25% se consigue más de un 50% para hacerse con el poder. Los números son tozudos en su demostración: En un país de 50 millones de habitantes, de los que el 60% pueden votar. Es decir 30 millones, votan el 25%, es decir 15 millones. Y de esos 15 millones de votantes, se decantan por uno de los partidos en liza, el 50%, es decir: 7 ½ millones. La cuenta de la vieja nos indica que se han inclinado por el partido que va a gobernar el 15% de la población. ¿Y el 15% de una población puede decidir quién debe de gobernar? Esta es la mayoría minoritaria. Yo llamo mayoría mayoritaria a que vote al partido que tiene que gobernar, una mayoría del global de los ciudadanos con capacidad para decidir en las urnas. Es decir, en una población de 44 millones de los que tienen capacidad de decidir, según la oficina del censo, 33.989.059, debían decidir los destinos de la patria, al menos 16.994.531.

Pero el caso es que yo todavía no sé qué pretende este tardo de ideas con sus manejos. A no ser que no pretenda nada, sólo que le bailen el agua. A no ser que pretenda acabar con la civilización occidental, con las cruzadas, con los Reyes Católicos, con la Cruzada de Liberación Nacional, con la democracia, con los Estados Unidos, con la evolución de las especies y con la Física Cuántica. Pero nunca se paran los acontecimientos. Unas veces estás arriba y otras abajo, y unas veces estás en positivo y otras en negativo.




En un viaje a Nueva Zelanda, le pregunté a un hombre santo de los Maoríes… ¿Es verdad, que en el año 1954, los Maoríes se comieron a un fotógrafo inglés? ¿Ustedes eran caníbales? Su respuesta sólo fue: “Estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado…”  A lo mejor el presidente se encuentra un día en el lugar equivocado, en el momento equivocado ¿Quién sabe? ¿Y qué se llevará en el féretro?



Antes de morir, Carlo Magno pidió: “Cuándo me lleven a enterrar, que caminen los sacerdotes delante para que todos sepan que ni Dios pudo salvarme de la muerte. Que vayan tirando monedas de oro y joyas, para que sepan que no me llevé mis riquezas. Que mis brazos cuelguen fuera del ataúd, para que todos vean que me voy con las manos vacías… ¿Qué me llevo entonces? Ni conquistas, ni gloria, ni riqueza, sólo mis historias…”

Es triste para una persona, largarse de este planeta con la mochila llena de esperpentos, atrocidades e historias. Pero tendrá que ser así.
Aquí cada cual ha venido para llevar a cabo una historia, y no todos cumplen rigurosamente con su papel. Hay quien se salta un párrafo, hay quien mete morcillas, y hay quien se olvida del guión y sale por peteneras. De lo que no estoy seguro, la verdad, es de si todo está escrito. Y entonces da igual, porque, te pongas como te pongas, la pieza encajará en el sitio más insospechado. Porque, ni un solo copo de nieve cae en un sitio que no le corresponda.

La única manera de sobrellevar este estado de cosas, es tomar distancia y observar la vida que nos ha tocado , con los ojos del que está de vuelta de todo; del que ha comprendido que, por mucho que te empeñes, las cosas van a seguir su curso.  Yo, como aquel porteador de Nueva Delhi, digo a grandes voces: “Yo hago las cosas como sé. Lo demás está en manos de Dios”. Da tu mejor versión a todo el que te rodea y no pienses…ni siquiera en Zapatero.


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