miércoles, 2 de junio de 2010

LOS VOLADORES Y EL CUERPO-DOLOR



La mente es una loca inquieta, ‘la loca de la casa’ como la llamaba coloquialmente Santa Teresa de Jesús, la de “… y muero porque no muero.”. Si la dejamos libertad, es como un adolescente del que nunca se alcanza a vislumbrar cómo la utilizará y hasta donde llegará con ella. Pero la experiencia nos dice que a ningún logro positivo. La mente está elaborando incesantemente nuevas formas de vida y nuevos objetos que, a veces son el inicio de una gran obra. La torre Eiffel en un principio sólo se trató de una idea en la mente de Gustav Eiffel, pero pasada por sus distintas fases devino en los 330 metros de hierro pudelado, que admira a quien la contempla. Y sólo se trató de una idea.Y si la mente es capaz de elaborar tan magnas obras, ¿qué no será capaz de alcanzar en el sentido negativo?






El chamanismo se pronuncia, sin embargo, en un sentido muy curioso acerca de la teoría de la mente. Dice que muchos pensamientos son propios del individuo, pero que otros son absolutamente ajenos. Es decir, son inducidos por entidades extrañas, llamadas ‘voladores’ que llegan de algún sitio ignoto y sobrevuelan nuestro cuerpo físico alimentándose de nuestros pensamientos negativos. Ellos, a su vez nos inducen esos pensamientos negativos, para que entremos en una espiral de mala conciencia, de la que ellos se nutren, estableciendo un mecanismo de retroalimentación constante en la que la respuesta en uno mismo se amplifica, y este aumento alimenta a los ‘voladores’, que refuerzan sus ataques.

Sólo existe una manera de combatir estos ataques, hacerse consciente de que existen. Y, desafortunadamente, la mayoría de las veces no pensamos en ello. Te encuentras mal y no piensas que ese malestar no es tuyo, sino inducido; te vas al médico para que investigue. Y si el galeno no ‘te acierta’, empiezas una absurda peregrinación, de ignorante en sandio, hasta que llegas a un ‘iluminatti’ que te diagnostica cualquier burrada, por supuesto muy grave, que te produce un shock salvaje que, a su vez te provoca una nueva enfermedad incurable.






Eckhart Tolle denomina a los ‘voladores’ del chamanismo, complejo cuerpo-dolor. Sustancialmente viene a ser lo mismo, con la diferencia de que él lo sitúa dentro de nuestro complejo cerebro-mente. Pero su solución es la misma: Observar tus sensaciones, siendo consciente de ellas, y llegar a esta conclusión:

El cuerpo-dolor no quiere que lo afrontes directamente y lo observes como es. Cuando lo mires, siente su influencia energética dentro de ti y lleva tu atención hacia ese hecho; entonces tu identificación con él se rompe porque ha entrado dentro de ti una dimensión de conciencia superior. La llamamos Presencia. Ahora te has convertido en el observador del cuerpo-dolor o en su testigo. Esto significa que ya no puede actuar simulando ser tú, y ya no puede alimentarse a través de ti. Has recuperado una inmensa fuente de fuerza interior. Has accedido al Poder del Ahora.





Jaime Delgado (Chamán)


El chamanismo aboga por hacerte consciente de que esos pensamientos, ese malestar, esos mareos, no son tuyos, porque no puede existir en ti tanta sandez. Y recomienda verbalizar el hecho: “Estos pensamientos no son míos, por lo tanto, fuera de mí”. E incluso hacer el ademán físico de sacudir con tus manos los ‘voladores’ que sobrevuelan tu cabeza.




Eckhart Tolle

Ambos sistemas funcionan, pero fundamentalmente hay que hacerse consciente de que los pensamientos negativos no son tuyos sino prestados, y que no los quieres en absoluto. Ambas terapias son efectivas y, tanto los ‘voladores’ como el cuerpo-dolor, se disipan y dan paso a una sensación de paz, equilibrio y seguridad. La clave, por otra parte, está en la fe. Y la fe es la seguridad, aseveración de que algo es cierto. Sin la fe, creedme, no se puede andar por la vida, porque está plagada de voladores y cuerpos-dolor que carecen de realidad y no son tangibles, y hay que tener una absoluta seguridad en que esto es así. Una vez que antepones la fe a los voladores, el éxito está garantizado.

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