viernes, 18 de febrero de 2011

EL PECADO ES UN INSTANTE: TRIS, TRAS, FUERA…

Cada era de la humanidad, para distinguirla de las demás, lleva un nombre específico. Esta que atravesamos, sin saber cómo, debía de llevar el nombre de la ‘era del medicamento’. Y dentro de este genérico, horquillando, la ‘era del medicamento para aumentar el rendimiento’: Intelectual, físico, amatorio, orgánico. Todo se reduce al rendimiento. Y en todos los ámbitos de la vida actual, existen personas que quieren aumentar su rendimiento, en cualquier sentido, para ganarse un puesto o para conservarlo. No quiero ser estricto. Iba a decir el 100%, pero me parece excesivo y me quedo solamente con el 99%. Pues bien, el 99% de las personas toman medicamentos para aumentar el rendimiento de algo: Del cerebro, del corazón, del sistema circulatorio, del hígado, de los riñones, de la vesícula, de los testículos, intelectual, moral, nervioso…Aquí todo vale. Pero, quizá, a algún político iluminado se le va a ocurrir crear un organismo para vigilar el dopaje entre los estudiantes de Ingeniería de caminos o de Telecomunicaciones, haciendo controles de orina después de los exámenes, para lo que se dispondrán unos inodoros con paredes transparentes, para evitar los fraudes.




Esto está llegando a unos extremos esperpénticos, en los que ya no sabes dónde te encuentras, ni cómo has tenido la capacidad de haber sobrellevado durante años este estado de estulticia de las instituciones. Porque. Vamos a ver. Si todos los hombres fuéramos iguales ante la ley, ante la sociedad, ante los sexos; si todos tuviéramos las mismas capacidades físicas e intelectuales, una droga que aumentase el rendimiento sería decisiva para diferenciar a un ser humano de su clon. Pero se da el caso, curioso para los que abogan por la igualdad total, de que todos los seres humanos somos diferentes, no sólo ante la ley, sino física e intelectualmente. Y esa diferencia define la individualidad. Y no sólo un ser humano aumentará su rendimiento debido a sus capacidades físicas e intelectuales, sino a los productos dopantes para aumentar el rendimiento. Pero si todos lo hacen, como afortunadamente somos diferentes, siempre habrá gente que mee la boina a los demás. Muchos deportistas tienen en su casa un ionizador para aumentar el rendimiento físico, incluso durante el sueño. Pero qué ganamos con aumentar el rendimiento mediante el dopaje si todo el mundo se dopa. Siempre habrá unidades biológicas que, a pesar de doparse, serán inferiores en rendimiento a otras unidades mejor dotadas por la naturaleza. Y siempre habrá unidades biológicas que se frustrarán porque no alcanza las cotas de otras que, a lo mejor, se dopan menos.

El deporte limpio no existe, y si me apuras, ni existirá. Todo el mundo tiende a superarse, y cuando llega al límite que le permiten sus fuerzas tomará anabolizantes, potenciadores, hormonas o lo que sea con tal de conseguir esa rebaja de 2 centésimas en su tiempo. El único inconveniente de la broma es que las sustancias dopantes pasan factura a lo largo del tiempo, y el que tiene que pagarla es el que se ha dopado, no la sociedad.




Me está rondando por la mente que aquí lo que pretenden estos holgazanes, caraduras, vivalavirgen, es constituirse en taumaturgos para ofrecer a los ciudadanos sus tablas de la ley, que quieren hacer cumplir a golpe de decreto ley. Quieren ganar la guerra civil después de 75 años, quieren desenterrar a los muertos para que declaren y, sobre todo, quieren derrocar a Dios para detentar su trono, allá en el cielo. Pero siempre habrá ciudadanos que quieran hacer su santa voluntad incluso con el peligro de la gena. A ver si me van a decir, a estas alturas, cómo, cuándo o sobre qué tengo que pecar.

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