martes, 22 de febrero de 2011

LA MANERA DE CONCILIAR LAS DOS MITADES DEL POMELO

Está claro y es evidente que la pareja, tal como se concibe en la actualidad, tiene un tanto por ciento de fracasos muy elevado. Para decirlo de otra manera: la pareja actual, formalizada la situación mediante matrimonio eclesiástico o civil, o sin formalizar, es una cagada como la copa de un pino.

Según datos del Instituto de Política Familiar (IPF), la tasa anual de divorcios en España se encuentra en un crecimiento suficiente como para superar el número de matrimonios en el país dentro de seis años. El informe muestra que cada cuatro minutos se rompe un matrimonio en España, y que el incremento de las uniones civiles, de las parejas de hecho y de los hijos nacidos fuera del matrimonio, son también causas de este panorama. La Ley del Divorcio fue establecida por Francisco Fernández Ordóñez en 1981, y desde esa fecha unos tres millones de españoles se han separado de su pareja. El IPF agregó que este ritmo no deja de acelerarse, ya que el crecimiento anual de las separaciones ronda el 26 por ciento y casi cuadruplica al de los matrimonios, situado en el 7 por ciento.



En el año 2002, unas 115 mil parejas decidieron separarse o divorciarse, frente a las 16 mil que lo hicieron en 1981. Mientras tanto, durante esos 22 años, el número absoluto de matrimonios se estacionó en 200 mil por año.

El estudio desvela también que los matrimonios duran cada vez menos. La mitad de los casados se separa antes de los diez años de convivencia, y siete de cada diez no consiguen superar la barrera de los quince años.

Asimismo, España avanza también hacia el modelo europeo en el retroceso de los matrimonios religiosos. Una de cada cuatro uniones fue por la vía civil en el 2000.

Esto sólo constituye una muestra de los mil argumentos que podría mostraros para aseverar que la unión entre un hombre y una mujer, en España y en la actualidad, no funciona. Y eso que estos datos están extraídos de una estadística del año 2002. La tendencia ha sido al alza exponencialmente. No tengo datos de estos últimos años. Sí os puedo decir que desde el inicio de la ‘crisis’ ha descendido notablemente el número de divorcios, debido quizá a los costes económicos que conlleva.

¿Qué es lo que no funciona en la relación pareja? No funcionan muchas cosas. Enumerarlas sería prolijo, pero voy a apuntar unas cuantas que son muy evidentes. Entre ellas, la que es más notoria es el motivo que tienen un hombre y una mujer para unir sus vidas en un proyecto común. Si preguntamos a uno de los miembros de la pareja por qué se casó, podemos recoger contestaciones para todos los gustos, pero las más frecuentes entre las de las mujeres, son:




- ¿Y, qué iba a hacer después de tantos años de noviazgo?

- ¿Y, qué iba a hacer si me quedé embarazada?

- Creía que le amaba.

- Me engañó. En realidad no le conocía.

- Me prometió la luna.

- Me atraía físicamente.

- Creí que le podía hacer cambiar.

- Estaba tan solo y tan asustado.

- Después del tercer hijo empecé a considerar que lo mejor era casarnos.

- Me sacó de una vida miserable.

Estas diez son una pequeña muestra del millón de respuestas posibles. Y todas encierran una justificación del hecho de haber caído en el error sin haberlo considerado previamente.

Las respuestas de los hombres son más chuscas:

- Estaba buenísima.

- Era la más guapa de la pandilla.

- Me quería mucho.

- La quería mucho.

- La dejé embarazada.

- Me obligaron su padre y su hermano, uno de cada brazo.

- La quise sacar del ambiente viciado que se respiraba en su casa.

- Tenía mucha pasta.

- Tocaba el piano como los ángeles.

- Cuando la abrazaba oía voces en mi interior.

Total, bobadas que no justifican, en ningún caso, la decisión de unirse para ‘toda la vida’

Como veis, en ninguna respuesta se expresa la coincidencia de ideales, ni el amor incondicional, ni la libertad. Pilares sobre los que se debía levantar el edificio de una unión duradera y gratificante.

Lo primero que se recomienda a las parejas, una vez que ha pasado el periodo de efervescencia sexual, es que cambien sexo por palabras durante una temporada. Quiero decir que se establezca un diálogo exhaustivo sobre todos los aspectos físicos, morales, sociales y económicos que pueden afectar a la pareja en el curso de su relación. Se deben conocer hasta los más íntimos resortes de pensamiento que utiliza la pareja ¿Qué le gusta; qué no le gusta? ¿Qué quiere de la vida, qué no quiere? ¿Qué espera de su pareja? ¿Qué espera de la vida y de los hijos? ¿Qué piensa sobre religión, política, economía, relaciones, libertad?

Después de haber pasado el examen mutuo, es fundamental inquirir sobre la naturaleza de la relación que quiere plantearse con la pareja ¿Cerrada? ¿Abierta? ¿Libre? ¿Restrictiva? ¿Franca? ¿Con reservas? Sólo existe una manera de relacionarse con el prójimo: Ofreciendo nuestro amor de una manera incondicional. No existe otra; todas fracasan porque exigen un pago por los favores que mucha gente no está dispuesta a satisfacer. La única manera es: Yo te doy mi amor y tú haz lo que quieras con él. Si me hieres te preguntaré el motivo. Si no te diste cuenta, estará bien. Si lo haces premeditadamente y no puedes cambiar tus compulsiones en mi contra; te seguiré amando, pero comprenderás que no podemos seguir compartiendo casa y lecho.

«Lo mejor que se puede hacer por la persona amada es dejarla libre» (Miguel Ángel Labra). Quizá esta sea la única clave de la relación pareja; que ambos sientan la libertad de acción, de pensamiento y de palabra. Cada cual hemos venido a este mundo a vivir nuestra vida, pero no polarizada a través de los pensamientos de otra persona; no reprimida por las conveniencias de la pareja. En estos casos yo no estoy viviendo mi vida en libertad, sino coartada por otra persona que no me está dejando ser libre y realizarme a mi manera. Y esto es así y no puede ser de otra manera. Yo no puedo obligar a mi pareja a que haga, piense o diga lo que yo quiero, porque no se estará desenvolviendo como ella misma, sino como una extraña mezcla entre su pensamiento y el mío. Esto está destinado al fracaso, porque llegará un momento en que uno de los dos –normalmente el reprimido– querrá expresar su libertad de cualquier modo y lo hará en secreto o recurrirá al abandono.




En cualquier caso yo no puedo evitar que nadie haga su vida. Yo no tengo la propiedad de nadie; la esclavitud se abolió en 1800. Y si una persona quiere hacer su vida yo no lo podré evitar nunca. Si ha decidido ponerte los cuernos, lo va a hacer por encima de cualquier cosa. Y es inútil tu fiscalía y tus pesquisas al respecto, lo hará tarde o temprano. Una vez consumado el acto y desvelado el secreto, caben dos soluciones, y nunca tres. Una es hablar, decidir seguir y perdonar. Otra es separarse sin rencor. Yo no puedo estar muriendo de amor por una persona hasta el día en el que me entero de que me miente, y en ese preciso instante vaciar mi corazón de amor y llenarlo de odio. Comprended que esto no es humano, ecuánime, ni generoso, ni sabio. El amor verdadero transciende el tiempo, las intenciones y las calamidades.

La infidelidad es la causa más frecuente de la separación. Sin embargo está absolutamente apoyada en la falta palmaria de libertad. Basta que nos obliguen a actuar de determinada manera para que nos neguemos y hagamos justo lo contrario. Sentirse libre es sentirse feliz. Y, al fin y a la postre, repito, si te tienen que poner los cuernos, te los van a poner. Y, en el fondo, tampoco es tan grave. Hay civilizaciones en las que la bigamia está absolutamente aceptada, y al parecer funciona.

Resumiendo: Entrega tu amor incondicionalmente o no te embarques en una relación. Vive en libertad total por ambas partes, con confianza en lo que ha de pasar. No pretendas cambiar a tu pareja; admítela como es o déjala. Sé generoso en tu relación. Conoce a tu pareja hasta el extremo en que ella te deje. Si no te deja, mal asunto. No te acuestes nunca con rencor; más vale que abordes el problema y duermas tranquilo.

2 comentarios:

  1. Tengo la sensación de que hay parejas que se casan pronto, incluso antes de conocerse. Hay quienes creen que una crisis se resuelve con el envoltorio de la ilusión de una boda que les una más, o incluso un hijo que remedie los males de la pareja.
    Conozco otros casos que te permiten explicarte por qué pasan esas cosas, como el de una pareja que rompió su matrimonio nada más volver del viaje de novios (él es un juergas de la leche, incluso toma lo que no debe) y una chica que se divorció al poco de casarse porque estaba enamoradita perdida de un compañero de trabajo... con el que no se ha casado (ni sé si lo harán), pero han tenido juntos hace poco una niña preciosa y viven felices los tres.
    Creo que todo eso es mucho más fácil, vale con abrir los ojos a la realidad, a lo que se siente, y saber que todo lo que hacemos tiene sus consecuencias.

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  2. Bendito divorcio !!! la teoria que usted maneja de hablar y conocer los gustos de la otra persona es tan importante que sin duda creo que es ahí donde se encuentra la solución al problema ademas de dejar libre a la otra parte y dejarse de tanta parafernalia preparando grandes bodas para acabar en divorcios de lo mas traumatico, es todo mucho mas sencillo de lo que parece.

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