martes, 15 de febrero de 2011

LÍDERES

Es tanto el desquiciamiento y la inseguridad de la gente. Es tanta la necesidad de un líder honesto y carismático, que han saltado al vacío proponiendo al Dalai Lama, dirigente del Gobierno tibetano en el exilio y líder espiritual del lamaísmo o budismo tibetano, que se erija en punta de lanza de un movimiento que reverdezca la lánguida escala de valores, la decencia y la honestidad en todos los líderes políticos del mundo.

El intento, rechazado por Tenzin Gyatso, está promovido por una junta de gentes de buena voluntad, de lo más diversos estratos sociales, que proponen soluciones que pretenden encontrar fuera del ser humano, lideradas por alguien, en alguna parte, que se encargue de apacentar a sus ovejas. Son listos, su inteligencia está por encima de la media, pero baten en el recipiente equivocado. El Dalai Lama escucha con interés y luego emite sus juicios. ¿Qué dice? Nada que no pueda ser escuchado por cualquier persona de mediana inteligencia, nada que repugne a la razón o para lo que hagan falta multitud de fórmulas matemáticas y un ordenador que ponga en orden millones de parámetros. Es tan simple y tan sencillo como que lo que hace falta es encontrar la paz dentro de uno mismo; que no hay nada ni nadie, allí afuera, que nos vaya a salvar del marasmo espiritual y social en el que está inmerso este mundo.




«No, tú dime a mí lo que tengo que hacer, y cuanto más difícil sea, mejor. Me sentiré más realizado a costa de mi inmenso sacrificio. Pero, dímelo tú. Tú eres mi líder, yo te creo y confío ciegamente en ti». Cada cual ha venido a este mundo a vivir su vida fuera de mediatizaciones, órdenes, anquilosis de ideas y dogmas. Cada cual ha venido a este mundo para darse cuenta de lo sublime y poderosa que es alma humana si la dejamos aflorar desde dentro de nosotros mismos. Cada cual ha venido a este mundo a romper las cadenas de sus limitaciones y a darse cuenta de que todos somos hacedores de prodigios. De que el ser humano está, efectivamente, hecho a imagen y semejanza de Dios, y que El Creador nos ha dotado de todos los recursos para pasar por esta vida, por un tiempo indefinido, haciendo milagros y enseñando al que todavía no ha salido de la cárcel de la mente escasa, retorcida y torticera, que sólo se ocupa de tener, en vez de ser.

¿Qué pensaban estas mentes preclaras? ¿Que Tenzin se iba a constituir en el líder político de la humanidad? ¿Para qué, para llevárselas todas en el mismo carrillo y acabar desacreditado por esta caterva de desaprensivos, holgazanes, caraduras, vivalavirgen? Hoy en día el aparato de propaganda de las multinacionales que crean y asolan estados enteros, que se llevan para su lucro las riquezas de los países más deprimidos económicamente y que utilizan a millones de personas del tercer mundo como conejillos de indias para sus fines farmacológicos, es tan agudo y tan penetrante que, por sí mismo, es capaz de poner en marcha el detonante de las revoluciones en las que mueren miles de personas en aras de un ideal que no es ni más ni menos que engordar el ego y las arcas de esos desaprensivos, holgazanes, caraduras, vivalavirgen.

La lucha hay que plantearla desde dentro de cada uno, uniendo las fuerzas de una red en la que cada individuo se ocupe de mejorar y de transmitir la felicidad conseguida a los demás. La venta piramidal es un invento muy práctico que, como casi todas las ideas felices, salió de un judío en EEUU. La red social de este tipo de negocio tiende a eliminar del precio final que paga el comprador en la tienda, toda la propaganda y la cadena de distribución e intermediación, que supone un 64% del precio final. Se trata de no tener un líder, solamente aprender a negociar con la gente para convencerla de que esta nueva forma de venta es solidaria y práctica y que con ella no se cambia tiempo por dinero, consiguiendo la libertad financiera en un plazo muy corto de tiempo.




Al igual que en estas formas de networking, lo que se pretende es eliminar de nuestras vidas los intermediarios entre Dios y los hombres y los intermediarios entre los gobiernos y los ciudadanos, gestionando las finanzas entre todos y repartiendo los beneficios solidariamente en vez de permitir que los gobernantes se queden con el 64% de nuestros beneficios para sus fines espurios. Se pretende que cada ciudadano sea consciente de su poder y que cree su propia felicidad partiendo de cosas sencillas y de un trabajo para la comunidad. El resto se va colocando por sí mismo, y los individuos que no entran en el sistema se van segregando de él por consunción, porque ya no encuentran negocio que les pueda llenar los bolsillos a costa de los ciudadanos honestos.

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