lunes, 25 de abril de 2011

ADANISMO




adanismo.

(De Adán).

1. m. Hábito de comenzar una actividad cualquiera como si nadie la hubiera ejercitado anteriormente.

Me reconozco un crítico, a veces inmisericorde, de todo lo que me rodea. Me dejo guiar por mi sentido de la belleza, de la ética y de la moral, que en parte aprendí en mi periodo pre y adolescente, y en parte incorporé durante mis abundantes cursos de humanismo, filosofía y terapias de apoyo. Los libros me han aportado otra parte sustanciosa de mi acervo cultural. Con muchos años lastrando, a veces, mi intención, y otras condicionando mi pensamiento, tengo claras muchas cosas, y todavía oscuras otras. Me martiriza –la verdad, cada vez menos– la estulticia humana y lo tornadizo de las intenciones de los hombres. Me contamina el adanismo de la mayoría de los que se erigen como guías de la humanidad sin tener ni uno solo de los fundamentos que son necesarios para formarse un buen criterio que arrojar en los oídos de aquellos que lo necesitan. La pólvora fue descubierta por el pueblo chino alrededor del siglo IX, pero nacen todos los días individuos sandios que se proclaman sus descubridores exclusivos sin ningún arrobo, y hacen estallar petardos en nuestro culo, que ya debíamos de tener pelado. Basta decir bobadas constantemente para crearse una nube de seguidores estúpidos que las leen, escuchan e intentan imitarlas. Y la verdad es que para filtrar las muchas tonterías que dicen los ‘padres de la patria’ hay que tener un criterio fabricado a lo largo de años de enseñanzas de buenos e independientes maestros, que sólo pretendían el bien de los alumnos, no su adoctrinamiento político, no convertirlos en analfabetos funcionales a quien mover a golpe de consigna política y programa estulto de televisión.



Y lo cierto es que, si han querido crear unas cuantas generaciones de imbéciles, igual que ellos, para que no se noten demasiado sus carencias y para poder conducirlos a su redil con ayuda de perros que se encuentran satisfechos con unos pitracos al cabo de la jornada, lo han bordado. Porque, sin duda, la base de un país es la ciudadanía. Y aunque parece una perogrullada no lo es tanto, porque ‘ellos’ creen que la base del país son ellos. Y la ciudadanía no funciona si no está educada, y la educación es imposible con textos amañados, exigencias nulas y descenso del índice de calidad de los docentes, privándoles de libertad de cátedra e incentivando su mala praxis. El país; cualquiera de los que componen los cinco continentes, se nutre de sus ciudadanos y ellos, con su sabiduría su empuje y su estímulo lo elevan a los cielos. Imposible tarea con socios que no saben hacer la o con un vaso, porque no se les ha enseñado.

Muchas veces he predicado que la gente hace lo que le dejan hacer. Y eso es responsabilidad exclusiva de las autoridades y sus consignas espurias, bastardas e interesadas. Inclinadas a crear ciudadanos incultos a quien poder convencer de la presencia de la noche en medio de un sol radiante que todo lo ilumina. Y lo cierto es que la enseñanza es la base de todo, pero nada se logra queriendo hacer un bachillerato de excelencia con aquellos alumnos de elite en la ESO. Se logra exigiendo a los docentes un nivel muy por encima del que ahora utilizan para conseguir puestos, cátedras y prebendas políticas, y elaborando unos planes de estudio en los que se contemplen unas enseñanzas de humanidades, de historia, de lenguas muertas y de conducta totalmente exentas de partidismo y de tendencias. Y un nivel de exigencias muy por encima del que ‘estos descubridores’ están utilizando para crear corderos y no leones.

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