martes, 5 de abril de 2011

¿TE QUEJAS MUCHO, O ME LO PARECE?





¿Por qué te quejas? ¿Te sientes mejor después del jipido? ¡Que te pareces a la Paquera de Jerez cuando emitía unos sonidos que le salían de la garganta, que desgarraban el alma! ¡Qué barbaridad! Te pasas el día quejándote. Cada vez lo haces mejor y con más soltura. Eres un quejido con patas. ¿A dónde te crees que te va a llevar tu proceder? ¿Crees que quejándote se va a arreglar algo? Pues estás equivocado. Lo único que vas a conseguir es un estatus de malestar constante durante tus protestas, y eso te va a repercutir en tus actuaciones inmediatas. ¿Por qué en vez de quejarte constantemente no piensas en la causa de tus quejidos? Si es que te sientes bien porque eres un poco masoca de mierda, vale, por lo menos te gratifica tu actuación en algún sentido. Pero permíteme que dude de tu constante masoquismo… ¿Por qué no piensas en arreglar lo que te molesta; cambiarlo, dulcificarlo, o, como una persona inteligente, actuar como si no te sintieras agraviado en absoluto?

Empieza por poner las cosas en su auténtica medida con respecto a tu escala de valores –y si no la tienes ¿qué esperas para elaborarla?– Mira de frente al problema que te cauda el desasosiego y valora su verdadera importancia. Si la tiene para ti, hazme el favor de pensar en el porqué. Pierde tu precioso tiempo en hacer una evaluación sincera de tu situación. Sólo así podrás buscar soluciones. Te aseguro que la mayor parte de las ocasiones, cuando tienes hecho el verdadero bosquejo de la movida y te das cuenta de tu lugar en ella, ya no vas a necesitar soluciones; ya te las has dado tú mismo.




Estoy seguro de que ya te he dicho en anteriores circunstancias, que lo que importa no son los hechos que tienes que vivir. Los hechos en sí no tienen la misma entidad para todo el mundo. Lo que para mí es muy bueno para ti puede ser un desastre. Entonces, los hechos son neutros, ni positivos, ni negativos; tú les das su categoría y su importancia. Entonces lo importante no es el hecho en sí, sino tu reacción ante el hecho. Y este es el auténtico meollo de todas las situaciones: Tu reacción ante ellas. Eso es lo que marca tu futuro, tu estado de ánimo y las repercusiones del conflicto en tu vida, en tu entorno y en tu organismo.

Existen en el planeta muchas técnicas para corregir estos desajustes mentales que nos hacen reaccionar de manera desmedida, errónea o desmesurada, pero yo te puedo ofrecer el primero que me viene a la mente. Se trata una parada en seco antes de tu primera reacción y una pregunta: ¿Qué tengo que aprender de esta situación, o de esté hecho, o de esta persona? ¿Por qué me he creado este personaje que me está haciendo la puñeta? Después, en vez de seguir masturbando neuronas cerebrales con tus inútiles elucubraciones sobre tu desgracia, sigue pensando en tus preguntas y procura contestarlas. Y si no conoces las respuestas, haz como si las conocieses. En muchas ocasiones pregunto a mis pacientes sobre aspectos imposibles de contestar para una persona normal, a no ser que tenga su puntillo de poder de adivinación o clarividencia. Pero, es que eso es justamente lo que despreciamos de nuestras enormes capacidades: nuestro poder de adivinación y clarividencia. El asunto estriba en no elucubrar, no negarte al hecho y pensar que efectivamente sabes la respuesta, y, sin ningún temor al fallo, emitir esa idea que te ha venido a la cabeza y has rechazado, como tienes por costumbre, ante el miedo de hacer el ridículo.

¿Para qué me he creado este energúmeno que me está sacando de quicio? Para conservar en todo momento mi presencia de ánimo, y, posiblemente para aprender qué no tengo que hacer en situaciones similares. En este mundo todos hemos aprendido por imitación o por rechazo. Imitamos lo que creemos bueno y rechazamos lo que pensamos que es malo. Eso marca nuestras decisiones de por vida. Pero no nos hemos parado a pensar qué es lo que nos ha decantado por ambos aspectos: aceptación o rechazo. A lo mejor nuestra decisión estuvo equivocada en esos momentos porque con nuestro nivel de conciencia es lo único que podíamos decidir. Pero ahora, a estas alturas de la película de indios, nuestra conciencia ya ha cambiado lo suficiente como para decidir bien.




Y, después, decide siempre ser feliz. Decide plantearte el día con alegría y sacarle su máximo partido. Decide aprovechar los mecanismos de feed back que constantemente nos ofrece la vida. Cada cosa que hacemos o que pensamos, tiene una respuesta inmediata en nuestro estado de ánimo. De forma que, si lo haces todo con alegría y con una sonrisa en la boca, esto hará que se pongan en marcha miles de mecanismos químicos que nos gratificarán y crearán en nosotros un estado de bienestar. Por el contrario, si hacemos las cosas de mala uva, esos mismos mecanismos nos sumirán en un mar de confusiones próximo a la depresión.

¡Espabila! La vida es bellísima y la estamos desperdiciando de mala manera sin ningún derecho. ¡No te quejes, por favor!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...