miércoles, 25 de mayo de 2011

HAZ LO QUE DIGO, NO LO QUE HAGO.



Hace algunos años tuve ocasión de contactar con una mujer de Valladolid, que supuestamente canalizaba al Comandante de la Flota Interestelar, Ashtar Sheran, en misión galáctica en nuestro sistema. Ella, metiéndose de lleno en su papel, permitía que la ‘entidad’ tomara momentáneamente posesión de su cuerpo para transmitir mensajes de índole general, o para dialogar con los asistentes en el terreno particular. Algunas de las canalizaciones, con asistencia multitudinaria, las hizo en mi consulta de la calle Mayor de Palencia. Alguno de los asistentes dudaba de la veracidad del fenómeno y creía que era Begoña la que sacaba de la manga comunicados y conversaciones. «¿Tú qué crees?» –Me preguntaban–. Yo, siempre respondía lo mismo: «No me importa quién lo diga. A mí me sirve y la doctrina es buena. Si todos hiciéramos lo que aquí se comunica –Sea Ashtar o Begoña– viviríamos mucho mejor y con más paz y serenidad de espíritu». Pero siempre se hacían las mismas preguntas que en toda ocasión eran contestadas igual. La gente no hacía nada de lo que oía. Se limitaban a asistir y a dudar.

La doctrina era buena, y a mí me han servido las tres palabras que completaban su despedida: «Comprensión, compasión y paciencia», así como muchos de los consejos, que en el plano particular me ofreció. «Constantemente estáis criticando a los demás por los defectos que vosotros exhibís en cada momento. No veis vuestra viga, pero os ocupáis constantemente de las pajas del prójimo» –Decía Begoña con la voz engolada y potente de Ashtar– «Entonces, ¿tenía razón Jesús de Nazaret?» –Preguntábamos– «Como tal» –Respondía el Comandante–.

Es, creo yo, el principal vicio del ser humano en la Tierra, criticar y no hacerse cargo de sus propios defectos, manías, compulsiones y obsesiones. Hasta los que se llaman a sí mismos maestros y consienten que se lo digan los que les rodean, están llenos de incomprensión, de insensibilidad y de impaciencia. Se llenan la boca de consejos, que luego expelen al buen tuntún, con la intención de que la persona que los escucha ponga en práctica sus consejos. Y se molestan porque, en la próxima entrevista, ven que la persona que recibió aquellas flores que crecieron en su boca, las ha dejado marchitar sin proporcionarles alimento. ¡Pero si tú estás haciendo lo mismo, pedazo de falaz, cretino, ignorante! ¿Pero no ves cómo tratas a la gente que te rodea? ¿No te das cuenta de lo desagradable, prepotente y desabrido que eres?

Hay personas que no cambiarán nunca, y se darán por ofendidas si ven en los demás alguna muestra de egoísmo, desprecio, desconsideración o humillación. Nunca tendrán la intención de mirar en su interior; nunca reconocerán que hacen lo que critican en los demás; se considerarán tocadas por el dedo divino, perfectas y divinas de la muerte. Pero posiblemente es lo que toca, y habrán elegido ser desagradables en este mundo para enseñanza de su prójimo. Y, además, hay que considerar que están cumpliendo fielmente con su papel; con el papel que ellos han elegido y que les ha sido asignado.

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