domingo, 26 de febrero de 2012

EL QUE LA HACE, LA PAGA

Me permito el lujo de repetir este vídeo para los que no lo han visto. Y estaré repitiéndolo, de poco en poco, hasta que os convenzáis de que este es el único sistema¡¡¡¡¡





Los designios de Dios son inescrutables e indefectibles. No sabemos cómo funciona esta maraña que está organizada, al parecer, de una manera arbitraria y caótica, pero que yo estoy seguro de que tiene todo el sentido que a nosotros nos falta. Sólo hay que tomar perspectiva para ver claramente el dibujo que desde el suelo es imposible vislumbrar, como en los trazados de Azca.

Nada es lo que parece en esta vida. Todo se adapta a nuestra manera de ver las cosas, que dista mucho de acercarse a la realidad. Hablamos de justicia de una manera gratuita, pedimos equidad de una forma automática, clamamos por el hambre del tercer mundo sin saber muy bien si la erradicación de las penas podría solucionar algo; si el problema no será más profundo.

Posiblemente en esta escuela de aprendizaje que es el planeta Tierra, venimos seguros de lo que vamos a aprender. Yo me matriculé en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, teniendo por seguras mis pretensiones y las asignaturas que habría de aprobar con mi esfuerzo y dedicación, hasta alcanzar el título final. Algunas materias se me atravesaron y las tuve que dejar para septiembre, otras las aprobé con holgura; y el estudio de otras, por fin, me hizo acreedor al máximo galardón, la matrícula de honor.

Mi experiencia de ese periodo es que toda acción lleva consigo una reacción, y que nada queda impune. Si estudias, si te esfuerzas, si pospones la diversión y te dedicas al estudio, los frutos serán opimos. Si te descuidas y no le prestas a tus estudios la dedicación debida, es seguro que los exámenes no dirán nada a tu favor. De igual manera, tu actitud ante los catedráticos, la manera de dirigirte a ellos y la demostración de tu vivo interés por su asignatura, decantará al docente a tu favor y te encontrarás en el grupo de los excelentes.

Si tus maneras son soeces y chulescas, por mucho que estudies no convencerás a nadie de tus intenciones positivas, y los frutos no serán los mejores. De esta forma, tu elección, tus reacciones antes los problemas, tu posición ante lo que debes y no debes de hacer para que tu obra se vea coronada por el título final, son decisivas. Y tú eres el que decide sobre todos estos extremos. Puedes hacer de la carrera un periodo inolvidable, o puedes interrumpir tus estudios por tu propia decisión, como tantos y tantos estudiantes que no son capaces de acabar lo que empezaron.

Yo llegué aquí, a la Facultad del conocimiento de la vida y la forja de mis cualidades, de mi carácter y de mi voluntad que es La Tierra, sabiendo qué asignaturas debería de aprobar, quiénes iban a ser mis profesores, y que debería de hacer para pasar el periodo con bien y aprovechamiento. Sólo dependía de mí hacer las cosas correctamente o hacerlas mal. Sólo dependía de mí cosechar mis frutos, buenos o malos, acorde a mis acciones. Y he aprendido a calificar mis malas rachas como reacciones a mis malas actitudes anteriores.

Nada queda impune en esta Facultad del Conocimiento. Habitualmente el que la hace, la paga, y quien a hierro mata, a hierro muere. Es la ley. Si yo hago sufrir, ineluctablemente, sufriré. Si yo hago reír, seguramente reiré. Si yo amo, me amarán, y si yo abandono, me sentiré abandonado. Todas las cosas de la vida se me ponen delante para que aprenda, y lo importante no son las ‘cosas’ en sí; lo importante son nuestras reacciones y lo que podamos aprender de ellas.

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