martes, 14 de febrero de 2012

LAS ADICCIONES



Son insidiosas, sibilinas y engañosas. Nadie es consciente de que es adicto a algo o a alguien, pero la realidad es que estamos llenos de apegos, unos inocentes y otros graves.
En general se consideran las adicciones a estupefacientes o drogas opiáceas y se desprecian las demás.

 ¿Me queréis decir si habéis considerado alguna vez los tics, las manías, los apegos y las chorradas de las que nos revestimos desde por la mañana hasta que nos dormimos como manojos de nervios en nuestra cama?

Un industrial de fortuna no podía ir de viaje sin llevarse su almohada. Hay gente que tiene que probar los colchones de los hoteles, que se levanta siempre por el mismo lado de la cama, que utiliza desde hace años la misma crema de afeitar, la misma pasta de dientes, la misma colonia, los mismos potingues para el pelo, las uñas, las cejas, las ojeras, los pies y el culo.

Eso sin contar con los que rayan en la patología obsesiva compulsiva y no pisan raya en el suelo, o se lavan veinte veces al día las manos, o fuman sin parar, o comen sin medida, o huyen de los insectos como de la plaga, o tienen que consumir productos precisos comprados en el mismo sitio de siempre, o comen obsesivamente aun sabiendo de que les va a sentar fatal.

Pero hay una adicción oculta que perjudica al individuo y acaba minando su salud, su integridad y su familia, cuando no su peculio: la adicción al sexo o satiriasis. Habitualmente no es reconocida y fácilmente se confunde con una hipersexualidad. Pero la diferencia entre ésta y la adicción, es que el hipersexual; aquel que tiene una vida sexual muy activa, se encuentra satisfecho de sí mismo, y el que padece satirismo tiene enormes complejos de culpa e insatisfacción constante.

El adicto al sexo es un gran consumidor de pornografía, con la que se satisface manualmente, a veces sin llegar a la eyaculación. Conozco a gente que busca cualquier oportunidad para sentarse al ordenador y buscar páginas de contenido pornográfico, para satisfacer su vacío o para compensar los reveses que sufre en la vida, o en su fortuna, o en el amor. Pero la satisfacción es tan efímera, tan insustancial, que al rato surge de nuevo el síndrome de abstinencia, que obliga a volver a consumir pornografía, a recurrir a la masturbación, al sexo esporádico o a la prostitución.

Es una variante de: “la felicidad está fuera de mí y la busco desesperadamente, pero no la encuentro”. Sería un reduccionismo absurdo proclamar aquí y ahora, que la felicidad está dentro de cada uno, igual que Dios, y que deberíamos de buscar el placer en cada uno y no fuera. Y, además de dogmático sería absolutamente insuficiente. El final es el mismo: Buscar la felicidad dentro, pero después de un convencimiento total.

Las organizaciones de ayuda han elaborado un plan de doce pasos para colaborar en la curación de las adicciones. Pero hay gente que no tiene la misma idea de Dios. Primero exhibimos el paso creado por la organización de ayuda a la adicción al alcohol. Y elaboramos otros doce pasos que estén más acordes con todo tipo de creencias espirituales.

En cursiva pondré los puntos originales y en cursiva, negrita los que yo creo verdaderos y efectivos teniendo en cuenta mi idea de Dios.

El primero lo podemos dejar igual:

1.- Admitimos que éramos incapaces de afrontar solos el satirismo (adicción al sexo), y que nuestra vida se había vuelto ingobernable.

Esto supone que el individuo sienta que necesita ayuda, y que tenga el valor de entregarse a alguien que se la pueda brindar. Es imprescindible una conciencia de que eso que hacemos es nocivo para nuestra salud, para nuestras relaciones y para todo nuestro entorno.

2. Llegamos a creer que un Poder Superior a nosotros podría devolvernos el sano juicio.

¿Pero qué pasa si no creemos en ese poder superior que nos pueda devolver el sano juicio? Yo sé de muchos adictos al alcohol y a las drogas que están muy denostados por los demás; por los que les rodean, y por todos aquellos a quienes han perjudicado con su adicción. Y los que los ven con repulsa, se declaran exentos de todo enganche. Los que padecen satirismo también.

Así que la cosa tiene que pasar por un reconocimiento de la situación, por mirarse el ombligo y confesarse que somos tan adictos como un cocainómano. ¡Igual de adicto que un adicto a la farlopa! ¡Igual! ¿Con qué derecho le juzgas entonces, si estás buscando la satisfacción sexual en cada mirada a las nalgas de las jovencitas? ¡Eres igual de adicto!

Y ¿Quién te va a sacar del hoyo? Tú mismo, porque, si Dios existe –que es lo más probable– te dio libre albedrío para que hicieses con tu vida lo que se te pusiera en la séptima amapola; no va a venir ahora y, contradiciendo sus designios y su regalo, te va echar una mano para sacarte de la adicción…

Así que, majete, el poder superior está dentro de ti, no confíes en otra cosa:

2.- Llega a creer que un poder superior está dentro de ti para devolverte a tu sano juicio.

3.- Resolvimos confiar nuestra voluntad y nuestra vida al cuidado de Dios, según nuestro propio entendimiento de Él.

Él cuida de sus criaturas a su manera. Está a su lado inspirando, sugiriendo, apuntando, sembrando el camino de pistas. Al final eres tú, y solamente tú, el que tienes el poder de decisión y el que debe cuidar de ti mismo, confiando en que tu Creador te ha dado la sabiduría y el poder suficiente para hacerlo. Lo demás me parece ahuecar el ala y escurrir el bulto pasándole la ‘patata caliente’ a Dios. Por lo tanto:

3.- Resolvimos confiar nuestra voluntad y nuestra vida al cuidado de nuestra ser superior, puesto en nuestro interior por Dios.

4. Sin temor, hicimos un sincero y minucioso inventario moral propio.


Este punto está bordado, así que lo dejo como está. Es fundamental conocerte a ti mismo: «Nosce te ipsum, y conocerás al mundo y sus dioses». Única posibilidad de conocer tus carencias, tus compulsiones y tus vicios.

5. Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano, la naturaleza exacta de nuestras faltas.

La verdad es que no te hace falta admitir ante Dios tus faltas. Él te creó y conoce perfectamente tu interior y tus capacidades. Ante ti mismo, sí. Acepta tu defecto y, sobre todo acéptalo ante otro semejante. Esta catarsis es el principio de la curación.

5.- Admite la naturaleza exacta de tus faltas ante ti mismo y ante otro semejante.

6. Estuvimos enteramente dispuestos a que Dios eliminase todos estos defectos de carácter.
¡Que, no! ¡Que Dios no te va a eliminar nada! ¡Tú te lo vas a eliminar con los potenciales que Dios te ha dado!. ¡Es responsabilidad tuya, no de Dios! Así que:

6.- Estuvimos enteramente dispuestos a que los potenciales que Dios ha puesto en nosotros, eliminasen todos estos defectos de carácter.

7. Humildemente pedimos a Dios que limpiase nuestras culpas.

Repito, por si no lo sabéis: Dios no te va a juzgar, ni va a perdonarte nada. Eres tú el que te va a juzgar y te va a condenar. De forma que:

7.- Humildemente pedimos a nuestro ser superior ecuanimidad, benevolencia y justicia para juzgar nuestras faltas y así poder limpiarlas.

8. Hicimos una lista de todas las personas a quienes habíamos perjudicado, y estuvimos enteramente dispuestos a reparar el mal que les ocasionamos.
Enteramente de acuerdo.

9. Reparamos directamente el mal causado a estas personas cuando nos fue posible, excepto en los casos en que el hacerlo les hubiere infligido más daño, o perjudicado a un tercero.
Absolutamente en sintonía con mi manera de pensar.

10. Proseguimos con nuestro inventario moral, admitiendo espontáneamente nuestras faltas al momento de reconocerlas.
Yo no lo podría haber expresado mejor, ni más claro.

11. Mediante la oración y la meditación, tratamos de mejorar nuestro contacto consciente con Dios, según nuestro propio entendimiento de Él, y le pedimos tan sólo la capacidad para reconocer Su voluntad y las fuerzas para cumplirla.

 Mejor así:

11.- Mediante la oración y la meditación, tratamos de mejorar nuestro contacto consiente con Dios y reconocemos la capacidad de entender que Él está dentro de nosotros, y que tenemos fuerzas para cumplir lo que nosotros hemos decidido.

12. Habiendo logrado un despertar espiritual como resultado de estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a otras personas y a practicar estos principios en todas nuestras acciones
Totalmente de acuerdo.

¡Manos a la obra! Mucha gente lo ha logrado. Tú también lo puedes conseguir si llegas a entender que Dios está dentro de ti, y que tú decides.





2 comentarios:

  1. Y no sólo al sexo, sino a todas las nuevas tecnologías. Cuando nos sentimos extraños cuando falla nuestra conexión a internet, cuando no acabamos de cerrar el ojo por la noche si antes no hemos echado un vistazo al correo desde el smartphone que dejamos en la mesita... Cuando no obtenemos respuesta de otra persona con la rapidez con la que Google nos da respuesta a los datos que buscamos y que no necesitamos memorizar...
    Las apuestas deportivas, la lotería instantánea, el mail, el twitter, el facebook... Cuando sentimos cosas raras ante la ausencia de cosas materiales que antes no teníamos porque ni existían es que algo ha cambiado, y no tiene buena pinta. Me reconozco semi-adicto a todo esto. Como dice un amigo: ¿Qué era de nuestras vidas antes de Youtube? Se me viene a la cabeza un vídeo muy entrañable sobre adicciones que nada tiene que ver con lo que se habla ;) http://www.youtube.com/watch?v=jUnH91YShCA

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  2. Verdaderamente entrañable el vídeo. Menos mal que yo, que soy de Madrid, tengo cuatro posibilidades.
    Verdaderamente entrañable tú también con tus comentarios. Gracias. Un abrazo.

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