¿Por qué te asustas? ¿Por qué sientes temor? El temor al pasado es irreflexivo. El temor al presente es paralizante y te priva de los recursos para defenderte o huir. El miedo al futuro es inútil; nunca sabes en realidad lo que va a pasar. Mantente en tu centro, no puedes hacer otra cosa que vivir el momento, porque, por mucho miedo que tengas, no vas a resolver la situación; sencillamente la vas a empeorar.
El miedo sólo está en
tu mente, no existe en ningún otro sitio. El miedo ancestral en la época en la
que había a nuestro alrededor depredadores, era oportuno para tensar los
músculos, aportar más sangre donde se necesitaba para salir corriendo. Ahora no
hay selva, no hay grandes felinos, ni depredadores humanos; sólo existen
semejantes, a los que revestimos de un poder del que carecen. Subestimamos
nuestras capacidades y damos a los demás un poder ficticio.
¿Por qué te asustas?
¿Por qué sientes temor? Nada de lo que temes es real, pero quizá tú contribuyes
en gran medida a hacerlo realidad. La frase por excelencia, que viene a cuento
en este momento es: «Atraes lo que temes». Pero nos han enseñado, desde nuestra
más tierna infancia, a tener miedo a
todo lo que nos rodea. Para los padres todo lo que rodea a los hijos puede ser
potencialmente letal. Y así hemos crecido, creyendo que existen peligros
indeterminados a la vuelta de cada esquina, en cada objeto y en cada persona.
El miedo es una emoción
caracterizada por un intenso sentimiento, habitualmente desagradable, provocado
por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso
pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo
o la amenaza, y se manifiesta tanto en los animales como en el ser humano.
Estadísticamente, los
miedos más comunes que declara la gente son:
1.- Miedo a la noche o
a la obscuridad: Escotofobia, Nictofobia.
Cuento:
Marina
era una niña que tenía mucho miedo de la oscuridad. Al apagarse la luz, todas
las cosas y sombras le parecían los más temibles monstruos. Y aunque sus papás
le explicaban cada día con mucha paciencia que aquello no eran monstruos, y
ella les entendía, no dejaba de sentir un miedo atroz.
Un
día recibieron en casa la visita de la tía Valeria. Era una mujer increíble,
famosísima por su valentía y por haber hecho miles de viajes y vivido cientos
de aventuras, de las que incluso habían hecho libros y películas. Marina, con
ganas de vencer el miedo, le preguntó a su tía cómo era tan valiente, y si
alguna vez había se había asustado.
- Muchísimas veces, Marina. Recuerdo cuando
era pequeña y tenía un miedo terrible a la oscuridad. No podía quedarme a
oscuras ni un momento.
La niña se emocionó muchísimo; ¿cómo era
posible que alguien tan valiente pudiera haber tenido miedo a la oscuridad?
- Te contaré un secreto, Marina. Quienes me
ensañaron a ser valiente fueron unos niños ciegos. Ellos no pueden ver, así que
si no hubieran descubierto el secreto de no tener miedo a la oscuridad,
estarían siempre asustadísimos.
-
¡Es verdad! -dijo Marina, muy interesada- ¿me cuentas ese secreto?
- ¡Claro! su secreto es cambiar de ojos. Como
ellos no pueden ver, sus ojos son sus manos. Lo único que tienes que hacer para
vencer el miedo a la oscuridad es hacer como ellos, cerrar los ojos de la cara
y usar los de las manos. Te propongo un trato: esta noche, cuando vayas a
dormir y apagues la luz, si hay algo que te dé miedo cierra los ojos, levántete
con cuidado, y trata de ver qué es lo que te daba miedo con los ojos de tus
manos... y mañana me cuentas cómo es el miedo.
Marina
aceptó, algo preocupada. Sabía que tendría que ser valiente para cerrar los
ojos y tocar aquello que le asustaba, pero estaba dispuesta a probarlo, porque
ya era muy mayor, así que no protestó ni un pelín cuando sus padres la
acostaron, y ella misma apagó la luz. Al poco rato, sintió miedo de una de las
sombras en la habitación, y haciendo caso del consejo de la tía Valeria, cerró
los ojos de la cara y abrió los de las manos, y con mucho valor fue a tocar
aquella sombra misteriosa...
A
la mañana siguiente, Marina llegó corriendo a la cocina, con una gran sonrisa,
y cantando. "¡el miedo es blandito y suave!... ¡es mi osito de
peluche!"
2.- Miedo a las
alturas: Acrofobia.
3.- Miedo a la muerte:
4.- Miedo a los
insectos: Entomofobia.
5.- Miedo al 2012:
Aparte de estos supuestos,
existen personas que tienen:
1.- Miedo a volverse
loco, y nos ser dueño de sus actos.
2.- Miedo a formar
parte de un experimento (Matrix)
3.- Miedo a no sentir
nada por nadie:
4.- Miedo a tenerle
miedo a algo (paradox)
5.- Miedo a la nada; al
vacío.
6.- Miedo a la pobreza.
7.- Miedo a quedarse
sin nada.
8.- Miedo a la soledad.
9.-Miedo al abandono.
10.- Miedo a la
traición.
Parecen muchos, pero se
resuelven en muy pocos, porque unos se derivan de otros.
Hay tres miedos básicos
que siempre surgen en todos los individuos:
Miedo a volverse loco.
Miedo al orgasmo sexual y miedo a la muerte.
El primero, a la postre,
es miedo a no controlar, perder los mecanismos de defensa y morir. El segundo
es miedo al pecado y a morir en él, con lo que no seremos merecedores de los
premios divinos. Y el último es el origen de todos: Miedo a la muerte por ser
algo desconocido, amenazante e incierto.
Todos los miedos
residen en nuestra mente, y en ella pueden terminar. La solución es tener una
cultura de la muerte, para lo que es imprescindible tener una cultura de la
vida. Sólo el que confía en el más allá, puede despojarse del miedo a pasar la
barrera que nos separa. Para confiar en el ‘otro lado’ hace falta leer,
estudiar, confiar y, sobre todo y por encima de todo, vivir el momento. Todo
llegará, todo será feliz y tendrá un motivo y un lugar en el puzle.
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