lunes, 8 de octubre de 2012

MIEDO


¿Por qué te asustas? ¿Por qué sientes temor? El temor al pasado es irreflexivo. El temor al presente es paralizante y te priva de los recursos para defenderte o huir. El miedo al futuro es inútil; nunca sabes en realidad lo que va a pasar. Mantente en tu centro, no puedes hacer otra cosa que vivir el momento, porque, por mucho miedo que tengas, no vas a resolver la situación; sencillamente la vas a empeorar.

El miedo sólo está en tu mente, no existe en ningún otro sitio. El miedo ancestral en la época en la que había a nuestro alrededor depredadores, era oportuno para tensar los músculos, aportar más sangre donde se necesitaba para salir corriendo. Ahora no hay selva, no hay grandes felinos, ni depredadores humanos; sólo existen semejantes, a los que revestimos de un poder del que carecen. Subestimamos nuestras capacidades y damos a los demás un poder ficticio.

¿Por qué te asustas? ¿Por qué sientes temor? Nada de lo que temes es real, pero quizá tú contribuyes en gran medida a hacerlo realidad. La frase por excelencia, que viene a cuento en este momento es: «Atraes lo que temes». Pero nos han enseñado, desde nuestra más tierna infancia,  a tener miedo a todo lo que nos rodea. Para los padres todo lo que rodea a los hijos puede ser potencialmente letal. Y así hemos crecido, creyendo que existen peligros indeterminados a la vuelta de cada esquina, en cada objeto y en cada persona.

El miedo es una emoción caracterizada por un intenso sentimiento, habitualmente desagradable, provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta tanto en los animales como en el ser humano.

Estadísticamente, los miedos más comunes que declara la gente son:

1.- Miedo a la noche o a la obscuridad: Escotofobia, Nictofobia.

Cuento:

Marina era una niña que tenía mucho miedo de la oscuridad. Al apagarse la luz, todas las cosas y sombras le parecían los más temibles monstruos. Y aunque sus papás le explicaban cada día con mucha paciencia que aquello no eran monstruos, y ella les entendía, no dejaba de sentir un miedo atroz.
Un día recibieron en casa la visita de la tía Valeria. Era una mujer increíble, famosísima por su valentía y por haber hecho miles de viajes y vivido cientos de aventuras, de las que incluso habían hecho libros y películas. Marina, con ganas de vencer el miedo, le preguntó a su tía cómo era tan valiente, y si alguna vez había se había asustado.

 - Muchísimas veces, Marina. Recuerdo cuando era pequeña y tenía un miedo terrible a la oscuridad. No podía quedarme a oscuras ni un momento.
 La niña se emocionó muchísimo; ¿cómo era posible que alguien tan valiente pudiera haber tenido miedo a la oscuridad?

 - Te contaré un secreto, Marina. Quienes me ensañaron a ser valiente fueron unos niños ciegos. Ellos no pueden ver, así que si no hubieran descubierto el secreto de no tener miedo a la oscuridad, estarían siempre asustadísimos.
- ¡Es verdad! -dijo Marina, muy interesada- ¿me cuentas ese secreto?

 - ¡Claro! su secreto es cambiar de ojos. Como ellos no pueden ver, sus ojos son sus manos. Lo único que tienes que hacer para vencer el miedo a la oscuridad es hacer como ellos, cerrar los ojos de la cara y usar los de las manos. Te propongo un trato: esta noche, cuando vayas a dormir y apagues la luz, si hay algo que te dé miedo cierra los ojos, levántete con cuidado, y trata de ver qué es lo que te daba miedo con los ojos de tus manos... y mañana me cuentas cómo es el miedo.
Marina aceptó, algo preocupada. Sabía que tendría que ser valiente para cerrar los ojos y tocar aquello que le asustaba, pero estaba dispuesta a probarlo, porque ya era muy mayor, así que no protestó ni un pelín cuando sus padres la acostaron, y ella misma apagó la luz. Al poco rato, sintió miedo de una de las sombras en la habitación, y haciendo caso del consejo de la tía Valeria, cerró los ojos de la cara y abrió los de las manos, y con mucho valor fue a tocar aquella sombra misteriosa...

A la mañana siguiente, Marina llegó corriendo a la cocina, con una gran sonrisa, y cantando. "¡el miedo es blandito y suave!... ¡es mi osito de peluche!"

2.- Miedo a las alturas: Acrofobia.
3.- Miedo a la muerte:

4.- Miedo a los insectos: Entomofobia.
5.- Miedo al 2012:

Aparte de estos supuestos, existen personas que tienen:

1.- Miedo a volverse loco, y nos ser dueño de sus actos.
2.- Miedo a formar parte de un experimento (Matrix)

3.- Miedo a no sentir nada por nadie:
4.- Miedo a tenerle miedo a algo (paradox)

5.- Miedo a la nada; al vacío.
6.- Miedo a la pobreza.

7.- Miedo a quedarse sin nada.
8.- Miedo a la soledad.

9.-Miedo al abandono.
10.- Miedo a la traición.

Parecen muchos, pero se resuelven en muy pocos, porque unos se derivan de otros.
Hay tres miedos básicos que siempre surgen en todos los individuos:

Miedo a volverse loco. Miedo al orgasmo sexual y miedo a la muerte.
El primero, a la postre, es miedo a no controlar, perder los mecanismos de defensa y morir. El segundo es miedo al pecado y a morir en él, con lo que no seremos merecedores de los premios divinos. Y el último es el origen de todos: Miedo a la muerte por ser algo desconocido, amenazante e incierto.

Todos los miedos residen en nuestra mente, y en ella pueden terminar. La solución es tener una cultura de la muerte, para lo que es imprescindible tener una cultura de la vida. Sólo el que confía en el más allá, puede despojarse del miedo a pasar la barrera que nos separa. Para confiar en el ‘otro lado’ hace falta leer, estudiar, confiar y, sobre todo y por encima de todo, vivir el momento. Todo llegará, todo será feliz y tendrá un motivo y un lugar en el puzle.

 

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