jueves, 21 de enero de 2010

LA JUSTICIA ES UNA OPINIÓN (1 de 2)

Siempre he creído en las matemáticas. Las matemáticas son poco fáciles de comprender y de asimilar. Como toda disciplina, requiere de un buen maestro que te abra la puerta de las claves para su enseñanza. Después, todo se simplifica, y, una vez completo el puzle, tomando cierta distancia, se ve la imagen completa y, esta vez, sí, comprensible. Las matemáticas me consuelan; no puede haber nadie que las retuerza, son tenaces en su estructura y no se dejan malear por nadie, ni por nada. Me encuentro a gusto cuando pienso en esta disciplina. Es así, y se acabó. Dos y dos son cuatro por mucho que, en aras de una intoxicación intelectual torticera, se empeñe algún “iluminado” en decir que es discutido y discutible. Ahí estamos: Siempre, dos más dos, van a ser cuatro ¡Qué bien! Duermo a la pata la llana. Siempre me ha gustado la frase: “Las matemáticas no son una opinión” En efecto, no lo son. Insisto en mi complacencia al respecto. Las matemáticas nunca te pueden mentir, ni equivocar. Y cuando realizas una operación matemática, siempre estás seguro de que, el que la lea, va a estar de acuerdo contigo, a no ser que te hayas equivocado en el cálculo. Entonces, una vez aclarado el error, todo el mundo estará dispuesto a rectificar y nadie mantendrá el yerro.

La justicia es una opinión y depende del criterio del que la imparte. En la justicia difícilmente dos más dos son cuatro, como en matemáticas puras. Aquí sí que pueden existir opiniones y transformarla en discutida y discutible. Al hilo de este comentario, me viene a la memoria el caso de un jubilado que, en plena actividad de su profesión, debía pasar a su ex esposa una pensión de mantenimiento de un par de miles de euros mensuales, aderezados con un par de cientos encima. El individuo en cuestión no es millonario, ni tiene patrimonio personal, ni familiar. Solo se mantiene con el ejercicio de su profesión, público y privado. Después de su jubilación en la pública –como ya he dicho- y disminuido su peculio en la mitad, pide una revisión de medidas a la justicia, y, ésta, después de haber hecho las operaciones, y de haber comprobado que las pruebas matemáticas que se aportan son correctas, dicta sentencia de desestimación del recurso de modificación de medidas, en el que se pedía que la pensión se redujese en la medida que habían disminuido los haberes percibidos, alegando que: "Si bien ha disminuido su caudal dinerario en la mitad, el litigante es un profesional de prestigio, muy conocido en su ciudad, y que con la jubilación tiene todas las mañanas para ejercer su profesión privada, con lo que aumentará, lógicamente, su aporte de recursos económicos".

¡Tócate los dídimos! Es decir: Dos y dos, no son cuatro. Porque, si bien a dos se le aumentan otros dos, al ser cifras afines, puede, en cualquier momento, añadirse otras cantidades al total. En todo caso pudiera ser, tal vez, que el resultado fuera distinto. ¡Y si mi gata tuviera o tuviese un circuito impreso, un procesador y una pantalla, sería un computador en vez de una gata!. Este juez habrá estudiado leyes y se habrá sometido a una dura oposición para la judicatura, pero, a mi criterio, no ejerce su profesión de una manera impecable, ya que, para él, las pruebas no significan nada porque hay factores inciertos, pero posibles, alrededor, que pueden hacer variar el panorama. ¡Esto, ni es justicia, ni es nada! Es una deposición maloliente, que me hace echar la pota.

Y esta situación se está manteniendo desde hace cinco años, con sentencias reiteradas en contra de los hechos evidentes. Mi amigo, por su situación financiera, se ve a abocado, incluso después de su “injusta jubilación” –que ese otro artículo de lujo que publicaré- a no poder tener ni siquiera una semana ¿Qué digo una semana?, ni un día de vacaciones, porque su ejercicio privado se nutre de compañías de seguro, que mantienen con él un contrato de prestación de servicios, del que se desprende que si no trabajas, no cobras. Y así hasta que algún juez –si hay alguno que ejerza su profesión al margen de sus opiniones y criterios personales- se decida a bajar el aporte dinerario cuantioso e injusto, que transfiere a su ex esposa todos los meses del año, sin faltar uno solo. La justicia es una mala opinión.



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