miércoles, 24 de marzo de 2010

LA SUBLIME COMPRENSIÓN DEL ENTORNO

Hoy, al salir de la clase de Chi Kun de los martes, me han abordado dos antiguas compañeras de este maravilloso arte marcial, con la pretensión de que les brindara mi opinión sobre determinados aspectos médicos. Una de ellas me pondera mucho el libro y se lo ha dejado a su hermana, y lo han leído, con buena crítica, un montón de sus amigos. La otra me pregunta sobre la mejor manera de equilibrar la sideremia. La verdad, mi opinión es muy particular, poco compartida, y muy comprometida. No obstante, la he dado unos breves apuntes de mi pensamiento al respecto. Mi conclusión ha sido que su ‘anemia’, se debe a un proceso de desvalorización central. Y, efectivamente, tiene mucho que ver la situación que está viviendo con su hijita Irene que padece una parálisis muscular central, que la tiene como arrojada encima de la cama o de una silla, a merced de los cuidados constantes de los demás. Esto, para una madre convencional, es tan duro, que podría llorar amargamente si no fuera porque lo miro a través de los ojos del que hace tiempo que tomó perspectiva de las cosas de la vida y no se dejó atrapar por ellas.

‘Lo tuyo es una exageración, lo mío es insoportable’ La frase tiene toda la miga del mundo, y es un estereotipo acuñado desde hace generaciones. Yo más que tú, de lo que me propongas. Y si es de desgracias, mucho más. Mi desgracia es insoportable hasta el extremo de que la tuya se queda chiquitita, chiquitita, la pobre. Pero tomando distancia, los razonamientos no sirven; no sirven las palabras, y dejan de ser útiles los consejos, porque la situación ha que vivirla con toda la crudeza y desgarrándose el alma a cada paso, que es lo que toca.






Y el caso es que, curiosamente, la gente no se hace cargo de su participación en los asuntos luctuosos, amargos o desgraciados. Los culpables son los demás, y si nos hay ‘demás’, el culpable es Dios, que es el máximo victimario; el mayor; el más asesino de todos. Responsable de todas las desgracias, de todas las masacres y de todos los cataclismos habidos y por venir, causantes de cientos de víctimas mortales, por supuesto, inocentes todas.

Y el caso es que, a poco que reflexionemos, caeremos en la cuenta de que Dios está por encima de nuestras catástrofes. Que lo que nosotros medimos por kilómetros, Él lo mide por milímetros, y que, por lo menos yo –y aunque sea el único- le eximo de toda responsabilidad sobre las tropelías de los hombres, sobre las desgracias colectivas, sobre las guerras y sobre las enfermedades. Yo, y solamente yo, soy responsable de mi mundo, de mi entorno, de mi familia, de mi estado, de mí mismo, e, incluso de lo que puede pasarle a un tercero por mi intercesión. Yo he pactado, antes de aterrizar en este bello planeta llamado Tierra, todas mis circunstancias. Y he elegido a los integrantes de mi familia, de mi entorno, de mi municipio, de mi ciudad y del mundo. Interseco con todos ellos, influyendo en sus vidas, unas veces decisivamente, y otras de una manera muy importante.

Formamos parte de un coloide formado por átomos, que se mueven y actúan dentro y alrededor de otros conjuntos de átomos con diferente velocidad de vibración. Entre todos hay espacios vacios por donde penetran las vibraciones que cada uno emite, positivas o negativas, y que armonizarán o no las ondas de los átomos por donde transitan. Mi circulación, mis latidos cardiacos, mi aparato digestivo, mi cerebro, mis pulmones, mi palabra, emiten ondas vibratorias que, en su camino, inciden con todas las unidades atómicas que se cruzan con ellas. Y, aunque sea complicado de asimilar, la palabra es creativa, e influye de una manera palmaria en el resultado de muchos hechos y de muchas decisiones. Las vibraciones de nuestros pensamientos, llegan hasta el confín del Universo, y arramplan con todo lo que cruza en su camino. “En un principio fue el Verbo. Y El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” Ésta frase bíblica, expresa contundentemente que la creación se ha llevado a cabo por medio de la palabra; del verbo, y que nosotros creamos también con la nuestra, porque estamos hechos a imagen y semejanza de nuestro Creador.







Todo esto se refiere a la conveniencia de estar muy alerta y ser muy conscientes de lo que pensamos y de lo que decimos, porque el pensamiento es creativo, y cada día más. Todo esto se refiere a la conveniencia de estar muy alerta y ser muy conscientes de lo que decimos, porque el verbo es más creativo que el pensamiento. Y hacemos un flaco favor a estos seres desvalidos que necesitan de nuestro apoyo constante, si, en su presencia, pensamos de manera negativa, aunque no lo verbalicemos; si sentimos que se nos parte el alma, aunque queramos ocultarlo.

Y referente a la elección de las cosas malas y las desgracias, mucho me gustaría culpar a alguien de la consecución del crimen, pero no puedo; el crimen lo he cometido yo, y solamente yo. Yo elegí, antes de aterrizar, todas mis circunstancias para experimentar; incluso a mi hermana María José, síndrome de Dawn, Manuela y Carlos a sus dos hijos discapacitados e irremisiblemente encadenados a una silla de ruedas de por vida. Pedro, a su pobre Roberto con su parálisis cerebral. Pero la mayor responsabilidad es que, todos ellos, nos escogieron a nosotros, por alguna sublime razón, para caminar juntos esta etapa, en este mundo maravilloso.

Alinéate con la situación, no la juzgues, no la critiques y dedícate a vivir la experiencia. Y, no te quejes, gilipollas, porque podría ser mucho peor…




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