martes, 4 de enero de 2011

CUOTA

Para ir abriendo boca en el año nuevo, creo conveniente sentar algunos conceptos fundamentales para no dejarse timar por ningún trilero. Y como he leído en una revista que una mujer de buena apariencia física, se encuentra satisfecha de ser una gerente de ‘cuota’, lo primero que se me ocurre es decir lo que pienso al respecto. No pretendo hacer proselitismo, pero, si sólo uno de mis lectores comprende la añagaza yo me mostraré satisfecho.

A lo largo de los años han ido saliendo individuos formados en las escuelas de psicología, que para justificar sus estudios se han embarcado en todo tipo de viajes exóticos a través del cerebro de los seres humanos. Es atractivo a este respecto, e interesante para algunos y algunas, estudiar las diferencias entre el hombre y la mujer. Físicamente las diferencias son obvias y apreciables a simple vista, aunque hay especímenes que quieren ocultar a toda costa sus características, pero mental y psicológicamente hay caracteres que nos diferencian, y otros comunes.



Cristina


Es natural que en función de los roles que ancestralmente han correspondido al hombre y a la mujer –y esto no es un capricho de Dios ni de la madre naturaleza– ambos, hombre y mujer, tengan características diferentes. El hombre, con una estructura más fuerte y con mentalidad de lucha y defensa, se ha encargado de proteger a la prole y cazar para su sustento. La mujer, más tranquila, organizativa y amorosa, aceptó el papel de criar a los hijos y educarlos en el lugar familiar. Hasta aquí todo correcto y tan evidente que no necesita profundizar en los conceptos. La cosa se complica un tanto cuando recientemente todo el mundo ha entrado en el concepto de ‘igualdad’ como si fuera el paradigma, que un extraño y andrógino demiurgo, se ha sacado de la manga con algún desconocido motivo. Y, a partir de ese momento y al toque de generala, incluso los hombres más viriles y sesudos se han lanzado a la batalla de la paridad de sexos en escuelas, fábricas, organismos oficiales y gobierno.

Siempre que en una liza alguien se eleva como vencedor, otro u otros se han dado por vencidos y han perdido la vida en defensa de unos ideales que consideraban justos. La justicia, en este caso especial, juega un papel capital. ¿Es justo que se tengan que incluir en una lista de responsables el mismo número de hombres que de mujeres, aunque éstas no sepan hacer la ‘o’ con un canuto? Las diferencias de sexo en el plano físico ya hemos dicho que son evidentes, pero las desigualdades de mentalidad, capacidad y tesón también son evidentes en el curso de la vida. Unos promocionan a base de su esfuerzo personal y otros no destancan porque no gozan de los talentos de los otros. Pero ahora esto se quiere malear, y en vez de escoger a los mejores, hay que escoger a las de ‘cuota’. Y las de ‘cuota’ no son, ni más ni menos, que las mujeres que hay que introducir en una lista para que se igualen con el número de hombres. Vamos, una parida –que no paridad– como la copa de un pino. Y así crece el trigo.


Calle Mayor


En todas las agrupaciones humanas, que necesitan una puesta en escena en común, en la que cada uno de los miembros aporta su trabajo, exigen un examen previo –a veces durísimo– para acceder al puesto. Pongo por caso las cientos de orquestas de música sinfónica que bajo la tutela de autonomías, ciudades, ayuntamientos, agrupaciones, dan sus conciertos para alimento espiritual del oyente. He oído de selecciones tan duras, que solamente ha decantado la balanza entre uno u otro miembro, la sensibilidad humana exhibida mediante un test de cien páginas. Apañadas estarían estas agrupaciones musicales si tuvieran que contratar el mismo número de hombre que de mujeres, porque se verían obligados a meter, de rondón, a alguna inútil para cubrir la ‘cuota’. Y decirla, naturalmente: «Tú, haz que tocas, pero no toques, inútil».

Todo esto viene a cuento de una encantadora mujer, que ordena y manda sobre tres mil y pico empleados y se declara muy satisfecha de ser ‘de cuota’. ¡La muy sandia!. ¿No sabrá que ser de ‘cuota’ es lo más indigno que darse pueda y que está quitando el pan de la boca a un hombre que está más preparado que ella? Pero «Ande yo caliente y ríase la gente».

A ver si el nuevo año empieza con la mentalización de la gente en general en estos conceptos que son políticamente incorrectos, pero que yo me cisco en lo político, ya sea correcto o incorrecto. Llega un momento en la experiencia de un ser humano en el que se gana el derecho de decir lo que le da la gana y en este caso opino que la paridad, la cuota y la igualdad entre sexos es la mayor aberración que ha nacido de una mente torturada de un político ignorante ¿De quién si no?

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