jueves, 14 de enero de 2010

DEL VIEJO, EL CONSEJO

“De vez en cuando hay que carpir la tierra para quitarle las malas hierbas”. Eso me decía mi abuelo que le oyó al suyo: “Rapaz, de vez en cuando hay que carpir la tierra, si no, las malezas agostan las cosechas y luego comemos mierda”. Es una medida que los labriegos llevan a cabo cada cierto tiempo, por pura imitación. Mi abuelo era muy terne. Si un mal Diciembre, con sus heladas, no se lo hubiera llevado por delante con una pulmonía doble, todavía me estaría dando consejos. Del viejo el consejo, decía mi madre cuando no queríamos escuchar alguna máxima salida de las entrañas de la sabiduría popular. Tenían razón. De vez en cuando hay que carpir la tierra para quitarle las malas hierbas. De vez en cuando habría que carpir la política y las finanzas, para quitarles las malas gentes que no dejan crecer la cosecha de trabajo bien hecho y conducente a que todos comamos, vivamos y nos amemos sin los inconvenientes, físicos y mentales, que cada día introducen las finanzas y la política en el campo, del que debería de nacer una buena cosecha para regocijo de todos, no sólo de los sinvergüenzas, que se levantan a diario pensando a quién le pueden robar un duro o de quién se pueden aprovechar para auparse, un escalón más, en la escalera del delito flagrante contra la propiedad y los derechos humanos.

Hace tiempo que la gente no refranea. Creo que han sido los políticos los que han apartado de la vida pública los sabios refranes de nuestros abuelos, no fuera a ser que la juventud aprendiera de ellos.

“Cada uno como pueda se explique y se rasque donde le pique”

“Palabras melosas, siempre engañosa”

“A cejas en acento circunflejo, se ven mentiras desde lejos”

“Por el canto se conoce al pájaro”

“Por el dinero se deja entrar al extranjero”

“Por los votos, se levantan los cotos”

“Por pulido que sea, no hay culo que no pea”

“Mentiroso sin memoria, pierde el hilo de la historia”

“Mentiras de día y pedos de noche, los hay a troche y moche”

“Roba tú allá, que yo afanaré por acá”

Claro, a la vista de estas consejas de vieja, podría uno ponerse al loro de la cuestión y considerar como embustes, los discursos de los políticos. Pero, mucho hablar, todo el mundo a quejar, Y ¿qué solución adoptar? La mía la sé yo, pero se puede considerar por algunos ciudadanos responsables, como una solución descabellada. La expongo por si cunde el ejemplo:

Dije en otro artículo que me había tenido que someter a una dura oposición, para acceder a mi puesto de trabajo, que he ejercido durante 40 años. Naturalmente, todo el que goza de un puesto de trabajo, ya sea por oposición, por curriculum, a por demostración de sus habilidades, ha tenido que trabajar duro para hacerse acreedor a un puesto de responsabilidad. En el reino animal, asumen la responsabilidad de conducir a la manada, el macho o la hembra de más rango y sabiduría; de más dominancia. Este puesto, además de un honor, es de un gran compromiso, porque va repercutir, de una manera brutal e inmediata, en todos los miembros del clan. No obstante, los machos o hembras adultas, con deseos de ocupar el puesto de los jefes de manada, tienen que librar con ellos una dura batalla física, a veces con resultados de muerte de uno de los dos contendientes, para asumir la responsabilidad del puesto. El macho o la hembra dominantes, han pasado por esta fase, han luchado para ocupar el puesto y luego tienen que acreditarse en él, demostrando sus capacidades.

En esta época en la que nos ha tocado vivir, para acceder a un puesto de responsabilidad política, no es necesario ningún nivel de capacitación, ni de estudios, ni de curriculum, ni de demostración. El 85% de los gobernantes actuales, no tienen estudios superiores, y por el pelo de la dehesa -¿y se ha de casar usted con un rústico labriego?-, ni inferiores. Basta con ser un “animal político”, presentarse a las elecciones por algún partido, con un programa elaborado mediante técnicas de captación de masas, para conseguir el mayor número de votos, y, ya. Durante los cuatro años siguientes, u ocho, si la gente sigue siendo inculta e incompetente, vivirán como dioses del Olimpo, a costa de los imbéciles que les han votado y que no van a recibir ni una sola satisfacción de orden material, ni intelectual. El que de esta manera, sin méritos de ninguna clase, ni trabajo, ni desvelos, se ha aupado a lo más alto de la escala de la gobernación de un país, sólo por el hecho de que la generación que les ha votado, no ha pensado en lo que hacía con todas sus consecuencias, se rodea de inútiles, útiles para ellos y para sus fines, que tampoco pueden exhibir ningún mérito. Y así sigue la cadena hasta diluirse en la tecnocracia, que es la que verdaderamente sabe, que es la que sostiene técnicamente a todos los estamentos públicos, pero que se encuentra ahogada por el poder y jugándose el puesto y el pan de sus hijos, de manera que es absolutamente dependiente del color político de cada legislatura.

Verdaderamente este sistema no es justo, ecuánime, ni da a cada quién lo que se merece. Es un sistema absolutista y dictatorial durante los años del mandato de determinado partido, que se dedicará a desmontar todas las actuaciones del antecesor por muy adecuadas que fueran en su momento. Y, lo que es peor, a cambiar las leyes y ahogar al poder judicial y legislativo, intentando perpetuarse en el poder. Y esto lo hacen todos: derechas, izquierdas y centros. Y los programas tienen tan pocas diferencias, que hay que buscar el meollo en la semántica. ¡Qué hay que jorobarse!

Y, naturalmente, hay campañas millonarias y maniobras de concienciación de masas y de estructuración y propaganda políticas, para que la gente vote en masa, aunque no sepa nada de nada. Ya se encargan los dominantes de impregnar los medios de comunicación con mensajes descarados, para que la gente caiga en el garlito de la absoluta necesidad y el imperioso deber de votar. Pero ¿es una obligación votar? No. Votar es un derecho que se ha otorgado a todas las personas mayores de edad –cada vez más temprana- para demostrar la libertad de las masas, que, previo a las elecciones, se han visto bombardeadas desde todos los flancos, con la artillería de las consignas políticas. “Si no votas o lo haces en blanco, no tendrás derecho a protestar” ¿Y por qué no voy a tener derecho a protestar, si me están jorobando constantemente con medidas que atentan contra mi integridad económica, física y mental, aunque no haya votado? ¿A quién se le ha ocurrido semejante disloque de los conceptos? ¿A un político? Ya me lo imaginaba. Pues, bien. Yo no he votado en la vida y pienso seguir sin votar, y protestando de estos inicuos, incultos, incompetentes, zafios, rastreros, mentirosos, ateos y estultos.

Y, para más abundamiento, pienso que si nadie votase en unas elecciones, los políticos –ya es una palabra peyorativa en el lenguaje coloquial- se morirían de vergüenza y empezarían a pensar en cambiar el sistema. Para mi inteligencia, es el único modo que se podría adoptar para cambiar de arriba abajo las instituciones y sanear la vida del país. No hay otro. Todo lo demás son paños calientes.

Una última reflexión. Los culpables de la recesión económica son los bancos. Y los bancos son los que inyectan miles de millones a los partidos políticos, antes de las elecciones, para sus campañas millonarias. Esos millones nunca se devuelven en metálico, sino con prebendas, cuando no con dinero físico abundante como no hace mucho tiempo les ha arrimado el gobierno (pero, naturalmente, del erario público y no para saldar sus deudas). ¿Cómo van a regular a la banca, si es la que tiene cogida la sartén por el mango? De hecho, actualmente, no dan ni un duro como no sea a ciudadanos con solvencia. Y si tienen solvencia ¿para qué quieren un préstamo o una línea de descuento del banco? Los gobiernos se pliegan a los bancos, y los bancos roban en la mayor impunidad, porque no hay gobierno que los regule. No en vano la banca le ha enchufado al gobierno un montón de millones de euros, para sus fines espurios.

Os apoyo a no votar en las próximas elecciones. Sólo por una vez. A ver qué pasa. Entonces, ya veréis saltar todo por los aíres y cambiar las cosas como por arte de magia…





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